Friday, January 13, 2023

ALUDES

 Dicen que aquellos que han sobrevivido a uno, o lo han presenciado en primera persona, pudieron experimentar la grandeza y la asombrosa fuerza de la naturaleza, que a su paso lo arrastra todo y destruye todo aquello que se encuentra a su paso.

NO solo arrastra materiales y escombros sino que dependiendo del tipo que sea y de la naturaleza del mismo, es capaz de desplazar grandes masas de aire en forma de onda de choque o blast, que golpea de forma seca, contundente, sorda y letal.

Esa onda es capaz de destrozarte por dentro.

Es capaz de partirte.

Capaz de sesgar toda esperanza, todo aliento de vida.

Anula tus sueños, tus proyectos, tus ganas de sonreír y de levantarte de cara hacia la vida, retándola cuando nos ofrece obstáculos y desafÍOS...

Podría decirse que casi te anula como persona, haciendo que desciendas a las cloacas de tu propia existencia, a tus miserias, tus complejos, tus miedos y, al fin y al cabo, todo aquello que tratamos de enterrar en nuestro paso por este mundo para que esa estancia sea lo más grata posible.

He presenciado tres aludes en la montaña, donde uno me afectó de forma directa, pero siendo este de una colada de fusión, con velocidades bajas, apenas tuvo consecuencias. Los otros los vi desde la la seguridad que proporciona la distancia, siendo realmente destructivos.

He notado varias veces ese blast que te saca el aire del pecho, de las cavidades sinusales, golpeándote como una coz fuerte y seca, que te aturde y te deja el cerebro rebotando dentro de tu propio cráneo...

Mi situación personal lleva varios meses siendo de forma complicada y en ocasiones muy difícil, combinando días muy malos con otros malos y alguno menos malo. No consigo encadenar varios buenos y convertirlos en una racha que permita  olvidar todo el dolor de lo sucedido, siendo capaz de separar lo que hiere de lo bueno, tal y como se separa la paja del grano...

Pero no lo consigo.

Progreso por aristas, laderas suaves y otras expuestas, para que, de vez en cuando, un alud se desencadene a mi paso y su blast me sacuda, quedando aturdido y confuso, para acabar recordando lo que he hecho, cómo lo he hecho y sus consecuencias.

Empiezo a pensar que no es posible perdonarse a uno mismo cuando se hace algún mal a otra persona.

Otro blast acaba de golpearme para dejarme claro que es cuestión de palabras y de tiempo el que pueda volver a la casilla de salida y regresar al dolor, a la culpa y a la necesidad de devengar algún castigo que apague esa culpa.

Hay días que me gustaría ser una gran roca, en mitad de un valle, o en una ladera. Una roca que no se mueve, que no habla, ni piensa, ni siente ni padece. Simplemente está.

A veces solo quiero estar, pero ni siquiera eso  consigo.

No comments: