Sunday, November 20, 2016

COUNT. CONTROLA LO QUE COMES.

Llevo tiempo dándole vueltas a esto del blog, que bien cierto es que tengo bastante dejado y olvidado desde hace  tiempo.
Y no es que pueda alegar que el entrenamiento apenas me deja horas, porque de hecho no es así (que más quisiera yo), ni tampoco porque no se me ocurran cosas o sienta la necesidad de hablar sobre un tema en concreto.
El caso es que en cierta manera, la finalización del curso de nutrición deportiva y el percance (mejor dicho, el "pedazo de accidente"...) me han empujado a volver a este rincón con ganas y nuevas ideas.
Es evidente que si quiero mantener vivo este espacio y que la gente interactue  con el, debo ser más regular con la publicación de posts, así como añadir otras formas de expresión que  bien pueden ser los vídeos o fotografías.
Así pues, espero establecer un día fijo a lo largo de la semana para publicar los contenidos, algo que aún no he decidido.



Pero la entrada de hoy y el tema sobre el que quiero hablar es sobre el control del gasto calórico del triatleta (también otros deportistas) y sus beneficios y posibles contrapartidas a la hora de llevarlo a cabo.

El culto al cuerpo que vive la sociedad en la actualidad ha puesto de moda multitud de dispositivos que monitorizan y controlan nuestra actividad física diaria y por ende, nuestro consumo de energía.
De esta manera y siempre a partir de unas bases de datos estándar obtenidas de una muestra de población determinada, se establecen unos márgenes y cifras de gastos de calorías en función de la actividad física realizada.
Para obtener estas cifras, el dato más usado (y en cierta manera más preciso, aunque no es exacto) es el de la frecuencia cardíaca, que relaciona la FC media/unidad de tiempo, deduciendo de ahí el gasto en kcal que dicha actividad ha generado.
Como ejemplo podemos hablar de una sesión de ciclismo donde el atleta ha estado pedaleando durante 3 horas por terreno variado (llano, ondulado y alguna subida corta), obteniendo una FC media de 136bpm y una FCM de 168bpm (momentos de subida fuertes o algún bloque a mayor intensidad).
Pues bien, el gasto energético de nuestro atleta (para el que se tiene en cuenta su edad, FCM, peso, género, incluso su VO2) es de 2207kcal.
Con este dato se deduce que la ingesta diaria de nuestro amigo debe ser de la siguiente forma:
-Si quisiera ganar peso:Gasto del Metabolismo basal(GMB)+Gasto de la actividad (GA)+"Extra" de calorías.
-Si quisiera perder peso:GMB+GA reducido.
-Si quisiera mantener el peso:GMB+GA.
Las gallinas que entran por las que salen, me quedo igual; si salen mas gallinas de las que entran, pierdo y si entran más gallinas de las que han salido, gano.
Pues bien, sabiendo esto, podemos estimar el gasto realizado y a partir de ahí planificar nuestra dieta para satisfacer nuestras necesidades energéticas.
Como he comentado antes, los datos obtenidos no dejan de ser una estimación (con cierta precisión no obstante), pero que no es en absoluto un dato exacto 100%.
Cada marca nos ofrecerá un dato diferente para una misma actividad (aunque sean variaciones ligeras).
Como complemento a la estimación del gasto energético relacionado con la FC, se suma el que genera el propio movimiento del deportista durante todo el día.
Esto se consigue a los acelerómetros que dichos equipos llevan incorporados y que en función del movimiento del usuario, "transforma" ese dato en unidades de gasto calórico. Para ello también se emplean tablas aproximadas que cada fabricante elabora (siendo todas muy similares) con lo cual el margen de imprecisión es como para tenerlo en cuenta.
Algunos de estos dispositivos no disponen de capacidad de lectura y registro de FC, por lo que basan sus cálculos solo por el movimiento de sus acelerómetros. Estos son los más imprecisos.
Puede parecer que estoy demonizando estos dispositivos y nada más lejos, pero trato hacer ver que muchas veces interpretamos las cosas según nos convenga o interese.

Está claro que más que nada es.
Y entonces, ¿no es posible calcular el gasto calórico real de nuestra actividad?. Sí se puede, pero es un procedimiento muy complejo, individualizado y que debe desarrollarse en laboratorios, por lo que es inviable para nuestro atleta popular (incluso para los profesionales) y tampoco está exento de imprecisiones.
Como último apunte relacionado con la imprecisión de cuantificar las calorías, está el hecho de que la información nutricional de los alimentos no es un dato fiable ni preciso al 100%, porque hay aspectos como el clima, la vida útil, el etiquetado y las condiciones de envasado, etc, que modifican este valor.
Por consiguiente tenemos muchas fuentes de información con sus respectivas imprecisiones que deben tenerse en cuenta, para que de esta forma nuestra estimación calórica sea lo más precisa posible.
El título del post habla sobre controlar lo que se come y esto es algo básico y elemental bien para el triatleta así como para el ciudadano de a pie. Si queremos gozar de buena salud debemos seleccionar alimentos en variedad y proporción adecuadas, de igual forma para conseguir mantener y mejorar el rendimiento.
Sobre esto último me gusta matizar que es temerario pensar que vamos a destrozar el crono o el potenciómetro comiendo espaguetis y arroz, o tomando el batido "superpower", pero lo que si es "impepinable" es el hecho de que si no nos alimentamos de forma correcta no seremos capaces ni de darle al botón de on de nuestro dispositivo electrónico de última generación.
Mi opinión personal al respecto es que sí es importante el control del gasto calórico y el control de calorías a consumir para poder establecer unas pautas correctas de alimentación. Lo que se traduce a un control inicial hasta que tengamos soltura para hacerlo sin calculadora y balanza.
En momentos determinados de la temporada o en el caso de atletas con ciertos desórdenes alimentarios o malos hábitos, si es conveniente la práctica diaria de anotar qué se come, cuánto, cómo y cuándo. 
Si el atleta, además, está siendo tutelado por un nutricionista o por un entrenador con conocimientos en nutrición deportiva, proporcionará una valiosa información de cómo se alimenta.
En períodos concretos de la temporada donde el gasto energético puede ser muy alto, si resulta interesante este control, siempre y cuando no ocasione un estrés extra al deportista.
Hacerlo de forma sistemática puede aumentar la ansiedad y el malestar psicológico del individuo, obteniendo así un efecto contrario.
También existe la conducta del que es un freak de los datos y la información que invierte grandes cantidades de recursos (físicos, psíquicos y materiales) en controlar gran cantidad de datos sin la suficiente formación para interpretarlos, desperdiciando un importante potencial que bien podría aplicarse a los entrenamientos.

Cuando el deportista adquiere experiencia y buenos hábitos tanto entrenando como comiendo, se encuentra en disposición de adecuar su ingesta calórica de una forma muy precisa, donde el instinto juega un papel muy importante.
Y es que por más que nos empeñemos, no hay más.

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