Thursday, August 18, 2016

BEAR'S DREAM


Últimamente me he llegado a sentir como el oso Grizzly que hiberna en su osera a la espera de que el crudo invierno pase y llegue la cálida y luminosa primavera.
Es un estado semi-letárgico, donde ves cómo todo sucede de manera lenta y difusa, teniendo una percepción de la realidad casi desde otro estado dimensional.
Es como estar pero sin estarlo...
Casi comatoso...
Es normal que en ese estado, cosas importantes no lo parezcan y aquellas que realmente lo son, queden relegadas a un segundo o tercer plano.
Se cambian las prioridades personales y con ello los objetivos del día a día, donde es muy común afrontar cada jornada como un superviviente, intentando solventar los pequeños (o grandes) problemas, a medida que se van presentando ante nosotros.
Una vigilia tranquila, donde se percibe de fondo el sonido de la vida al que no prestamos demasiada atención, perdiendo el hilo de conversaciones y llevando la vista a un punto en el infinito donde no hay a penas nada.
Lo normal es que el propio invierno se desarrolle sin solución de continuidad y acabe dando paso a la primavera, la cual puede ser más cálida, más brillante, más colorida según cada uno; ya que son muchos los factores que hacen que se de una u otra situación.
Nuestra interacción con la vida y , por ello, nuestra forma de afrontarla, tendrá mucha influencia en el desarrollo de estos acontecimientos.
Cuando empiezas a despertar del letargo no puedes pasar de cero a cien en cuestión de segundos o minutos, ya que el cuerpo queda debilitado y anquilosado por el período de inactividad. Debemos darle tiempo y afrontar este cambio con paciencia, de manera de que cada cosa vuelva a su sitio y tengamos una percepción general de que todo está de la forma en que consideramos correcta.
Es a partir de ahí cuando poco a poco el oso se desplaza lentamente, tratando de poner en orden sus ideas y consiguiendo de esta forma dejar atrás esa confusión mental que lo ha tenido absorto en los últimos meses.
Pequeños desplazamientos que vayan devolviendo el poco tono muscular del momento y tratando de buscar alguna fuente de alimentos que permita recargar un organismo vacío y muy debilitado.
La diferencia entre hacerlo bien o mal radica en su propia supervivencia, por lo que no es asunto de tratar a la ligera.
Si extrapolo ese oso a mi persona, creo que estoy precisamente en ese punto del sueño, despertando y desperezando mis sentidos y mis músculos para lo que será la llegada de nuevas estaciones donde la Naturaleza me exigirá un buen estado físico y mental para afrontar la peligrosa vida del bosque.
Encontrar momentos para uno mismo, actividades que devuelvan la condición física de forma progresiva y la vitalidad a la mente de forma mínima pero constante, son quizá el objetivo en el que deben centrarse los esfuerzos.
Y es por eso que aunque tenga los ojos semi cerrados por el brillo del sol y la cabeza no deje de darme vueltas, si es cierto que este oso es capaz de ver la salida de la osera hacia la que dirige sus pasos lenta pero decididamente.

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