Saturday, August 15, 2015

SIERRA NEVADA ULTRA TRAIL

Como se nota que el verano hace mella en los quehaceres más cotidianos a pesar de que uno parece disponer de más tiempo libre para realizar todo aquello que va postergando a lo largo del año.
En mi caso parece que sucede al contrario, siendo estos  días más largos, los que antes expiran sin permitirme cumplir con mi ajetreada agenda.
Sin duda alguna, este ha sido uno de los principales motivos por lo que he tenido el blog bastante abandonado, aún cuando en mi mente fluían ideas dispuestas a volcarse sobre el papel y contar algunas experiencias alucinantes que tenido el placer de disfrutar en las últimas semanas.
Julio ha sido un mes de altas intensidades y titánicos volúmenes, tanto a nivel de entrenamientos como de trabajo. Y es que desde que me dedico a esto de los helicópteros, no conozco verano tranquilo y de poca carga laboral, con lo que el tiempo para entrenar en las mañanas se tradujo en aquel que fui capaz de robarle al sueño.
Nada nuevo y nada que creo que vaya a cambiar en un futuro.
Días de calor sumados al hecho de no bajarte del "andamio" en toda la mañana, me han restado fuerzas para poder encadenar entrenamientos fuertes por la tarde, ya que la necesidad de dormir alguna que otra siesta (probablemente menos de las que necesitaba y más de las que debiera...), ha sido condición sin equanum para poder estar en la línea de salida de un nuevo y apasionante día.
Con todo esto llega la fecha de las vacaciones y la estreno con un magnífico día de escalada en Grazalema, concretamente en el Peñón Grande. Una pirámide de roca cárstica y afilada cual cuchilla de algo menos de trescientos metros de altura desde su base hasta la cima.
Allí me planté con mi pareja de cordada y realizamos una actividad de nueve horas y media non-stop hasta hollar el punto más alto, sin apenas comer más que un gel y bebida isotónica. Un día que, pese al disfrute, llevó aparejado un desgaste físico importante y un daño en las uñas de los pulgares de los pies por lo ajustado del calzado de escalada.
Llega el viernes y me reencuentro con Yeti y Teo en Dos Hermanas, donde esperaba un calor mucho más intenso del que encontré, pero que, en contra de toda lógica, fue aumentando a medida que el día expiraba lentamente.
Comemos entre animadas charlas propias del reencuentro entre amigos.
Llegada a Granada para confirmar lo caluroso del día y recoger dorsales. Alguna que otra cara conocida en esto del Trail Running. Algún saludo...
Nos dirigimos a la BA de Armilla donde aprovechamos para darnos una ducha, preparar todo el material y descansar un poco.
Cenamos unos magníficos gnochis a los cuatro quesos y casi sin darnos cuenta nos plantamos en el arco de salida. Es casi media noche y queda poco para que todo de comienzo.
Muy buen ambiente y casi ochocientos corredores para disfrutar de la montaña en sus dos versiones, 67 kilómetros y 104.
Hace tiempo que vengo diciendo que me gusta más el ambiente que envuelve las carreras de montaña que el del triatlón, donde parece que todos te miran por encima del hombro si no tienes esto, lo otro, o alguna marca estratosférica.
No sé, quizá me haya vuelto mucho más exigente en otros campos que a priori pasan desapercibidos, lo cual no contradice el hecho de que trate de ser todo lo competitivo que mi preparación y forma física del momento me permite.
Los primeros pasos son tranquilos, salimos a buen ritmo y en apenas 400 metros ya estamos subiendo por las calles más pintorescas y estrechas de Granada.
Idílico lugar...
Los bosques de la Alhambra parecen mágicos a esa hora, la humedad y el calor lo inundan todo haciendo que el hecho de respirar cueste un poco más.
Pasamos por la plaza de "los Astronautas", desde donde casi paro a contemplar la magnitud y belleza de semejante fortaleza, avisando a Yety que ya iba plenamente concentrado en lo que hacíamos.
Creo que vamos demasiado fuerte al comienzo, rodando a ritmos cercanos a 5'15''/km, a pesar del constante rompepiernas del recorrido.
Cuando me doy cuenta ya estamos en un camino y atrás queda todo pavimento.
Comenzamos a ascender sin remisión y ganando puestos de forma continua...
Demasiado rápido!, me digo. Al menos para mí. Esto es muy largo y queda mucho trigo que cortar.
Ya estamos corriendo por senderos polvorientos, siempre hacia arriba y con la marchita metida ganamos el primer alto.
Voy con el gancho, por encima del ritmo que pensaba llevar, y es que esto de llorar alegando un precario estado de forma antes de una prueba es un mal endémico.
Saco los bastones y me ayudo en las subidas.
Hay que acompasar el braceo con la zancada, muy similar a cuando se hace el paso de patinador con esquís de fondo o travesía.
Continuamos entre pinos, siempre en dirección a la negra sierra. La noche es oscura cual boca de lobo.
Los frontales inteligentes son una maravilla, justo enfocan allá donde miras, con la intensidad necesaria, ni más ni menos.
Comienza la primera bajada técnica. Muy complicada porque el sendero es muy estrecho además de ser una especie de acequia natural debido al correr del agua por el mismo. Peligroso para tus tobillos.
Poco a poco cojo confianza y me anticipo a lo que viene, casi flotando en una cadencia loca de zancadas cortas. El centro de gravedad lo más bajo posible.
Primer avituallamiento y un poco de todo, agua, iso, fruta, gominas, sandwich, etc.
Han pasado casi 10 kilómetros y apenas me he dado cuenta.
Yety no está. Lo busco pero no lo veo y decido seguir.
Fue lo mejor, cada uno a su ritmo, a su máximo.
La carrera emplea prácticamente senderos a media ladera o aristas, tomando solo las pistas de tierra compactada como mera transición entre caminos.
La vegetación va cambiando y de vez en cuando una brisa fresca  da tregua a la intensa humedad de la noche.
Y seguimos subiendo, y bajamos hasta el río para volver a subir.
Uff! Qué gran acierto los bastones de carbono!
Siguiente avituallamiento casi en la media maratón.
Algo se nota...
Aquí paro un poco más, hidrato bien, como algo más y me mojo bastante.
Seguimos hacia el siguiente por la media ladera de un barranco de espesos arbustos y oscuridad que parece tragarse la luz de nuestros frontales.
Cuando alcanzas a un corredor, amablemente se hace a un lado y te cede el paso, pero nadie te increpa cuando eres tú quien va más lento. Oyes el zapateo a tus espaldas y cuando puedes te apartas para que pase. Siempre con un gracias.
En otras carreras de montaña (curiosamente más cortas) si he visto la mala costumbre de gritar y de achuchar a la gente para que dejen paso.
Kilómetro 30. No quiero ni pensar en los ritmos mientras bebo y como en el puesto de avituallamiento. No debo. Esto no es el asfalto.
Continúo animado hasta chocar literalmente con el primer cortafuegos.
Insisto en lo de chocar porque justo antes de la entrada al mismo, había un miembro de la organización avisando de algo que era lógico. Una pared de unos 300 metros pero con un desnivel bestial. No exagero si digo que aquello tenía cerca de 70º de inclinación, además de ser todo de tierra arada y suelta que te hacía perder algunos metros a medida que subías.
Benditos bastones!!
Comienza a leerse una fina y delgada línea roja en el horizonte, dando aviso de que la noche está a punto de morir trayendo un nuevo día. 
Llegada al punto de avituallamiento que hace la maratón. Me refresco y decido quitarme las mallas piratas que tanto calor me han estado dando y me pongo unas cortas hasta el muslo.
Salgo con las primeras luces del día, animado y con otra visión de la carrera. HE debido estar casi 10 minutos parado y casi me ha parecido una hora.
Mucha gente se retiró en aquel punto.
Saliendo del pueblo comienza una sinuosa y casi vertical subida, que , para cuando quiero darme cuenta parece que me ha elevado hasta el mismo cielo.
Llegada al siguiente cortafuegos de unos 3kms de longitud, pero de tan solo 45º grados...SOLO!!!
Al acabar el cortafuegos planeamos por una zona elevada y poco a poco nos aproximamos a una arista que nos eleva de forma suave y constante hasta un punto donde vemos ya la zona de Pradollano, el Pico Veleta, Mulhacén y Alcazaba.
Ya voy cansadete y me alegro de no tener que llevar mis huesos hasta aquellos montes de Dios.
Nueva bajada que se atraganta un poco porque la uña del pulgar del pie derecho comienza a molestar más de la cuenta. En realidad empieza a doler, porque lo que es molestar me ha ido molestando desde que salí a medianoche.
Encadenar la escalada con la prueba no fue una decisión inteligente ni acertada. Espero no olvidarlo...
Enlazamos un tramo de 3kms por asfalto, bordeando un mazizo que tapa Güejar Sierra, donde se encuentra la meta. Ahora si que noto que me duele bastante la uña, sintiendo por momentos como si se me despegara o levantara en plan capó de coche.
Último avituallamiento, otro poco de sandía, agua e iso y me resulta extraño que no haya coca-cola, así como tampoco hielo. Algo que ha sido la nota discordante en todos los puestos, donde la bebida no estaba fría.
Desde allí una voluntaria me señala un collado y me dice que esa es la última subida, que detrás ya está la ansiada meta.
Seguimos animados aunque con la pesadez y el cansancio de los kilómetros, por lo que me tomo la subida en plan tranquilo pero sin hacer paradas.
Alcanzado el collado se continúa subiendo por una divisoria muy chula, con arbusto bajo y mucha roca, haciendo algo complicado encontrar hueco para que aterricen los pies.
Y seguimos subiendo...
Me acuerdo de la mujer y me pregunto a qué viene eso de decir una cosa cuando no es realmente cierto.
Y seguimos subiendo y subiendo, cada vez más, cada vez más alto.
Al fondo la magnífica pantalla de cine, sigue mostrando la majestuosidad del Rey de la Sierra y de la Gran Dama, así como de ese minarete de nombre Veleta.
El calor empieza a notarse un poco y me conmuevo al pensar lo que les queda aún a quienes corren la prueba de 104kms.
Mientras todo esto sucede, seguimos subiendo y, yo y mi uña loca, rabiando a morir y tratando de buscar posiciones que no produzcan tanto dolor.
Por fin!!!Parece que ya no se puede subir más y que tras una parte de llaneo en altura, una bajada larga y suave, es la que anuncia que el reto es casi nuestro.
Una pena ir tan molesto del pie en este punto, ya que la bajada es de esas que permiten altas velocidades sin demasiado riesgo.
Rondo las 9 horas pero veo que cada vez tengo que ir más y más lento.
Me paro.
Saco la playera y el calcetín al notar que la uña está despegada, pero no es así, permanece en su sitio pero toda hinchada. Resultó que bajo la misma se formo una ampolla de elefante que presionaba a lo bestia.
Una vez calzado continúo dando saltos a la pata coja combinado con posiciones al más puro estilo de Chiquito de la Calzada. Da un poco de rabia.
Por un momento me planteo sacarme la playera y hacer los últimos kilómetros descalzo, pero correr descalzo en bajada y por asfalto, como que no.
Entrada en el pueblo y comienza el callejeo hasta que cruzo la meta en 10 horas 22 minutos y con unas ganas tremendas de tomarme una bebida fría, ya que ni en la meta lo estaban.
Lo mejor de todo es que acabamos los tres, destacando el tiempazo de Yety con 8 horas y media y el puesto nº 11 de la general.
Cansado sí, pero roto no.
Lo mejor ha sido que no he sufrido esa rotura muscular de otras ocasiones, y tengo claro que ha sido por el trabajo de fuerza en el gimnasio y en carrera, así como adecuar el ritmo de la competición al realmente asumible según el estado de forma en el que me encontraba.
De camino a Cádiz paramos en Hard Rock Café de Marbella y nos apretamos una Hamburguesa muy rica, tras casi cuatro años sin probarlas. Puede ser una buena costumbre como premio a una paliza de estas.
La prueba me ha gustado, a pesar de ese gran fallo de la bebida caliente, pensando en volver el año que viene pero para probar la otra distancia.
Veremos pues cómo se desarrollan los acontecimientos y no tratemos de vender la piel del oso antes de haberlo cazado.
Hala pues.

No comments: