Sunday, August 30, 2015

ROQUE NUBLO


Para aquellos que son de la Gran Canaria, bien nacidos, adoptados, o simplemente transeúntes, este símbolo geológico seguro que no ha pasado desapercibido, porque desde una posición privilegiada, tiene la capacidad de custodiar y contemplar toda la inmensidad de esta pequeña Isla.
En el caso, realmente extraño dicho sea de paso, que no hayas podido contemplar la belleza que la lava, el viento, la lluvia y el paso de miles de años han forjado allá en la Cumbre, piensa pues, que has perdido la oportunidad de disfrutar de una vista incomparable que solo allí se encuentra.
Toda una vida mirando para él, atribuyéndole una humanidad ilógica para algo meramente material, rey indiscutible del Reino Mineral, pero lleno de vida...
Toda una vida subiendo a su base, durmiendo en ella, comiendo en allí tortillas, zumos, bocadillos de vuelta, matahambres y demás manjares sencillos, siempre bajo el resguardo de su sombra, sintiendo el viento en el rostro.
Viento que te refresca tras la subida calurosa, que te aclara la mente y te limpia las ideas cuando contemplas desde allí todo lo grande que es esta isla tan pequeña.
El barranco de Tejeda, el Roque Bentayga, El pico de las Nieves, La Aldea, Maspalomas y las diferentes presas que salpican el paisaje en dirección al borde mismo de la isla hacia el Sur.
Y toda una vida intentando darle la vuelta por la base, haciendo escaramuzas en los primeros pasos de las diferentes vías, pero pensando y asumiendo que escalar el coloso es misión más que imposible para un mortal como el que suscribe.
Y ahora, por fin, ya nos ha permitido poner el pie en ese terreno reservado para unos pocos, aquellos que se han atrevido a desafiar sus límites y disfrutar de una escalada al más puro estilo de los Big Walls de Yosemite.
El Pico de las Nieves, techo de la Isla
La historia da comienzo cuando mi hermano Jose, actual pareja de cordada, me llama y comenta su intención de viajar a Canarias con el coche y llevar todo el material de montaña.
Su idea: intentar el asalto al Roque Nublo.
Inmediatamente empieza a estudiar las diferentes vías, obteniendo toda la documentación posible de la misma, reseñas, fotografías, croquis, etc.
Plantea el acceso por la Vía Alemana, Situada en la arista NE del monolito, siendo esta la primera vía que se abrió en la roca por una pareja germana allá por el año cuarenta y tantos.
Está bastante equipada y los bolts están bastante cerca, lo cual es una garantía y ayuda en una vía que prácticamente ronda el 6b con dos pasos de 7 y al final algo de grado 4 y 5.
Dos reuniones clave, siendo la primera la más importante y el largo decisivo que, tras su superación, te garantiza la cima si haces las cosas bien y no permites que la presión te pueda tras la salida de la primera reunión.
Acepto el reto con mis reservas, ya que en esto de la montaña, tengo más bagaje y experiencia (que no sapiencia...) y sé perfectamente que las cosas, siempre, parecen más sencillas y asequibles de lo que realmente son.
El día previo a la escalada fuimos a pasar el día a la Cumbre y , como no, presentamos nuestros respetos al Roque Nublo, aprovechando la ocasión para pasar el día en familia y que los niños disfrutaran de aquello.
Increíbles vistas
Ese día hicimos un estudio en detalle de lo que podíamos ver de la vía, de su difícil salida y de cómo la arista elegida era prácticamente vertical.
Lo vi difícil, francamente complicado para el nivel de escalada deportiva que tengo en estos momentos, que no es más que grado 4 y 5.
La noche pasa intranquila, casi como cuando afronto un Ironman o un evento deportivo comprometido. Es curioso porque nada nos obliga a hacerlo, nadie nos presiona más que nuestra idea convertida ya en obsesión por llegar arriba.
Madrugamos mucho y salimos en busca de Iván, que será el encargado de la toma de fotografías y vídeo. También nos acompaña el viejo que en dos días consecutivos se hace la caminata de subida.
En San Mateo paramos a desayunar un café con leche y un bocadillo de pata.
Ños! Me supo!!
Esperamos al viejo antes de empezar
Queríamos estar a pie de vía a eso de las 08:30, pero empiezo a sacar material y preparar cuerdas a eso de las 09.50. No me preocupa mucho porque el pequeño retraso es mínimo.
Parece que no va a hacer mucho calor, pero sí que hace viento.
Calculo que como unos 12/14 kts, que casi rozaban el punto en el que la escalada se hubiera  vuelto extrema o inviable.
Preparamos el equipo con calma, desechando aquello que no nos hará falta
Llegados todos a pie de vía cada uno adopta su posición, siendo Iván el más retrasado para tomar buenas fotos y el viejo tumbado en una roca cual hamaca.
Abrazos y besos antes de empezar deseando suerte y prudencia en la actividad.
Miro a Jose y compruebo que ya está listo para asegurarme, he decidido hacer el primer largo por aquello de que se me presupone algo más de forma física, pero siendo consciente de que en la montaña una sola capacidad no es la que garantiza el éxito, sino la sinergia que producen varias.
Me encuentro tranquilo, sorprendentemente tranquilo, lo cual garantiza que no voy a cebarme ni desgastarme tratando de encadenar movimientos complicados y fuera de mi nivel.
Empolvo mis manos sobremanera con el magnesio, intuyendo que en breve estarán húmedas y tensas por el esfuerzo.
Esperando la bendición del viejo. Se puede apreciar el comienzo de la vía
Primer parabolt y primera cinta, casi sin esfuerzo, pero conocedor que ya el siguiente movimiento te hace estar un poco desplomado y no puedes demorarte mucho en el mismo.
Consigo situarme en la arista y mantenerme con la adherencia de toda la suela de los pie de gato, porque veo que las presas son muy romas e ínfimas, tan solo para yemas.
Muy duro desde el comienzo
Por la arista discurre una fisura donde hay un clavo y que aprovecho para pasar otra cinta.
Estoy a unos escasos tres metros del suelo y esto ya se pone duro.
Autoseguro con la daisy chain y me recupero unos minutos, estudiando lo que tengo por delante y que cada vez veo más y más complicado.
A pesar de este cierto pesimismo me apoyo en la misiva que me comentó Jose: "si hace falta paramos, descansamos, pensamos y estudiamos las opciones. No se trata de una carrera, sino de llegar."
Paciencia y mente fría
Así pues que eso hago...
Más magnesio y le pido la maza para meter un clavo intermedio que me permita meter una cinta y que no haya mucha distancia del seguro donde estoy hasta el superior, porque una caída aquí, a pesar de estar relativamente cerca del suelo (unos 8 metros), es complicada porque no hay recorrido de cuerda suficiente como para frenarse antes de llegar a tierra, debido a la elasticidad de las cuerdas y el pequeño retraso de la acción del seguro.
Preparando las cosas para meter un clavo
He metido clavos mejores que aquel, porque fuerte fuerte no quedó.
Consigo subir la arista y plantarme en una especie de repisa o zona llana que da una tregua y permite algo de relax, puesto que los siguientes movimientos se intuyen de sudar tinta china.
Efectivamente!, eso sucede y poco a poco, descansando en algún seguro y empleando el estribo en algún movimiento por encima de mis posibilidades, veo que la distancia del suelo se alarga y la de la primera reunión se acorta.
Pasando la arista
Justo antes de esta, parece que hay dos pasos fáciles y que ya permiten relajar la musculatura, con lo cual me planteo ese punto como meta a conseguir.
Arista superada no sin esfuerzo
Uno de los aspectos que me preocupaban de la escalada del Roque, era la posibilidad de quedarte colgado en medio de la pared sin poder seguir subiendo o sin poder bajar, pero la existencia de los parabolt y disponer de muchos para montar un rápel, disiparon ese temor.
Hay que buscar la máxima adherencia
Solo había un camino a seguir, y este era hacia arriba, hacia el cielo.
Poco a poco sigo ganando metros en una rutina que se me hace muy placentera al tener muy mecanizada. Me paro, contemplo donde estoy y miro hacia abajo disfrutando del patio que ya hay bajo mis pies.
Por momentos parece que la presión vence a la cabeza
Las instrucciones nos las damos por radio porque estamos en ese punto en el que no tenemos contacto visual.
Pegado como una lapa a la roca
El viento dificulta la acción de mosquetonear las cuerdas en los seguros.
Parada para pensar justo antes del escalón de la R1
He llegado a mi objetivo inmediato, aquel que me garantizaba casi el éxito de la R1, pero que tan solo me hace ver que cada vez la cosa se vuelve más complicada.
Sucedió varias veces que llegado a un punto me dije: Imposible!, esto no puedo pasarlo!, como en este caso en concreto, por lo que opté por volver a parar unos minutos y relajarme, para acto seguido, encadenar una serie de movimientos que prácticamente ni recuerdo, salvando el problema con lo que pareció una facilidad inusual.
Ahora si que estoy casi en la R1, que alcanzo con dos pasos de 5º y 4º grado que apenas parecen un trepe después de lo vivido hasta ese momento.
Triangulo la reunión con un anillo y paso por radio: Reunión!!
Abajo hay alegría, saben que hemos hecho lo más difícil, pero se guarda cautela ante lo que aún queda, que no es poco.
El grado de satisfacción que tengo en la R1 es total, me ha encantado mucho este primer largo, duro, exigente y demoledor a nivel muscular y de cabeza, ya que verte en precario sin apenas presas donde agarrarte, te hace sentir completamente vulnerable.
Lo sorprendente es que apenas pasé miedo como tal. Tan solo la tensión propia de lo que estás haciendo y una posible caída que, aunque no sea mortal si la cadena de aseguración trabaja de forma correcta, si es muy posible que puedas hacerte daño e incluso mucho daño.
Poco a poco Jose va subiendo, le cuesta menos porque lo traigo en corto y sabe que no caerá al tener la reunión por encima suyo.
Disfrutando de su momento
No obstante tiene la tarea de ir recogiendo todas las cintas que he ido colocando (nada más y nada menos que 22!).
Me comentaría más tarde que a medida que subía y comprendía la dificultad de la vía, más valor le dio al trabajo de ir de primero e ir equipando.
Al igual que yo, hace algunas paradas para relajar músculos y no llegar a ese punto sin retorno del fallo muscular.
Durante su ascenso aprovecho para deleitarme con el paisaje que tengo frente a mí y bajo mis pies.
Parece que casi recuerdo todas y cada una de las veces que he subido a este mágico lugar, ya ahora, por fin, lo contemplo todo desde lo alto.
Tengo a Jose a la vista, ya casi lo tiene conseguido, a pesar de que no sabe que la salida de esta R1 se las va a traer en lata.
Le doy un par de indicaciones y en muy poco tiempo estamos ambos asegurados a la reunión.
Ahora pasamos por radio a Iván que ambos estamos juntos y que procedemos a seguir subiendo.
Le ofrezco abrir el siguiente largo, que sabemos que será muy corto, pero me pide un tiempo de descanso. Hay que pensar que acaba de chuparse la subida recuperando todo el material y yo llevo mas de media hora asegurando sin mayor esfuerzo.
Justo allí se le cae el estribo y preparamos un izado con la cuerda, lo cual nos demora unos 20/25 minutos.
Procedo a seguir con una salida vertical de la R1 en la que tiro de estribo y coloco un maillón en uno de los viejos y oxidados clavos que en su día pusieron los alemanes.
Me veo en medio de esta pared vertical que poco a poco y, a medida que aumenta la altura, se tumba ligeramente para llegar a ese paso decisivo de 7a donde tengo que hacer uno de los apoyos con el talón por encima de mis hombros y rozando casi el spagat.
Cómo hecho de menos una flexibilidad en condiciones!!
Me digo que si pretendo seguir haciendo vías de este tipo, tengo que invertir tiempo suficiente en retomar los ejercicios de estiramiento.
Casi lo tengo superado y aplico una penosa técnica de lagarto canario para situarme sobre una repisa que me proporciona el éxito de tener casi en mi mano la R2.
Contemplo lo que tengo frente a mí y opto por realizar una travesía lateral pero sin meter ningún seguro intermedio.
Es una jugada sencilla, pero con la constante presión de que un resbalón o descuido y la hostia puede ser de las grandes, porque al tener el último seguro tan distante, la cuerda me haría un péndulo bastante curioso.
Últimos pasos de grado IV y me planto en la R2. 
Me aseguro y vuelvo a descubrir que esto no parece volverse fácil en ningún momento.
Grito: Reunión!! y cuando Jose está listo comienzo a recuperar cuerda y asegurarlo para que llegue hasta donde estoy.
Este largo es muy corto y lo hemos acabado rapidísimo.
Nos encontramos los dos en la R2, que , dicho sea de paso, es super amplia, tanto que permitiría un vivac en condiciones.
Desde aquí se nos presentan dos opciones, la primera es seguir verticalmente por un tramo de pared muy desplomado y que no apetece mucho porque a esta altura de la película estamos cansados, y la famosa travesía lateral que si bien no es muy complicada, debe realizarse por un estrecho alféizar natural muy pegado a la pared y que , como en otros puntos de la vía, no permite descuidos.
Volvemos a hablar de una caída en péndulo pero mucho más larga que las anteriores.
Una vez que Jose me asegura, comienzo la travesía para reconocer la salida de la misma, pero en mitad de esta, meto un clavo y un seguro que reduce el efecto de péndulo.
La verdad es que me cuesta un poco tomar la decisión de meter el clavo, ya que no me gusta sobreequipar ni llenar la montaña de chatarra inútil así a la ligera.
Tras una breve discusión optamos por proteger el paso y consigo llegar al borde de la travesía y ver como continúa el desarrollo de la vía.
Voy protegiendo en diferentes clavos y bolts hasta que llego, ya si, muy fácilmente a la R3.
El Nublo es nuestro, ahora sí que estoy seguro de ello.
Miro abajo y veo al viejo e Iván en una posición separada de la base para tener ángulo bueno y ver el final.
Imagino que se alegran porque ellos, mejor que nosotros, pueden apreciar que la cima es cuestión de minutos.
Voy recuperando a Jose que en breve se planta donde yo estoy, pero no le dejo detenerse instándole a que siga ya hasta la cima.
La cima era suya porque suyo fue el proyecto, suya fue la idea y suyas las ganas e ilusión de hollar lo más alto.
Coloca algunos friends para proteger pasos algo más peliagudos, pero progresa con bastante rapidez.
Al poco escucho un grito que era mezcla de alegría, de liberación de la tensión, de orgullo por lo conseguido…
Monta la R4 y subo rápido en un último largo muy sencillo de grado 3, que te hace disfrutar de los últimos metros.
Nos juntamos en la cima y saludo de rigor.
Lo observo todo, haciendo una vuelta de 360º al horizonte.
Siento el viento en mi rostro.
Busco la caja y el cuaderno y ojeo algunas de las anotaciones que allí dejaron otros que antes disfrutaron del momento.
Me siento, escribo unas palabras que me salen sin más. Lo que pienso y siento en ese justo momento.
Es curioso que durante mucho tiempo piensas e imaginas qué dirías o escribirías en una caso así. Se te ocurren muchas cosas, pero llegado el momento parece que todo eso queda atrás y la realidad es otra.
No se bien por qué, pero me vino a la mente la imagen de Orlando y sonrío pensando que quizá, solo quizá, también él halla echado el día con nosotros, y esté frente a los dos con las manos en la cintura y alucinando con lo conseguido.
Escribe Jose mientras saco fotos.
Preparo las cuerdas para el largo descenso, sabiendo que la cima no será nuestra hasta que estemos los dos abajo.
También aprovechamos para reconocer la salida de las diferentes vías para futuras subidas.
Antes de bajar recogemos  unas piedras de recuerdo para llevarnos.
Destrepamos hasta una reunión donde montamos el primer rápel que nos deja en la R2.
Una salida sencilla y un descenso bastante corto.
Rápel libre!! grito para que sepa que puede conectarse y bajar.
Mientras aclaro las cuerdas y vuelvo a lanzarlas, llegando estas de forma sobrada abajo, hecho que nos confirma Iván por la radio.
La salida de la R2 es un poco más “sucia”, avisamos a Iván que alerte a los excursionistas ante la posibilidad de caída de alguna piedra suelta.
Llego a la R1 y me aseguro. Paso la voz y comienza a bajar Jose.
Vuelvo a experimentar momentos de tensión porque a pesar de que el rápel es una maniobra sencilla, como casi todo aquí, no permite errores.
No obstante rapelamos con auto seguro. Él con un shunt y yo opto por un machard con mosquetón.
Volvemos a juntarnos en la R1, donde el espacio no sobra y donde tenemos que superar una gran roca que dificulta la salida.
Este es el último y más largo rápel de todos. Sin apoyos en la pared y totalmente aéreo.
Coger mucha velocidad supone no poder frenar al final y en caso de hacerlo, someter las cuerdas a una elongación brutal.
Justo antes de salir le digo: ahora no está permitido caerse!
Bajo mientras noto el calor de la cuerda en mi mano.
Desciendo despacio, y me despido del Roque, que ha dejado que mis huesos zapateen un rato por él.
Abajo están el viejo e Iván.
Toco suelo, nadie habla…
Me desconecto y grito: rápel libre!
Baja Jose y en dos minutos está abajo.
Lo hemos conseguido!! Ahora sí!
Recuperamos cuerda y equipo, tras unos abrazos de felicitación.
Comemos el picnic que nos habíamos llevado y que nadie tocó.
Siete horas para hacer una vía que bien puede hacerse en dos.
Pero eso no me importó, ya que fue más tiempo de disfrute.
Mientras comemos comentamos las mil y una jugadas de lo que ha deparado el día, pero siempre con la alegría de haber realizado una auténtica proeza.
Así se lo noto a Jose.
Reemprendemos la marcha con constantes paradas para volver la vista y seguir analizando por dónde subimos, por donde no y por dónde poder hacerlo.
Ahora que bajo de él, quizá lo vea menos alto, pero no por ello menos grandioso.
Nos decimos que la siguiente vez dormiremos arriba.
Espero no tener que esperar otros cuarenta y dos años para ello.
La vuelta a casa nada tiene que ver con la ida, porque ahora todo es charla y efusividad, señal de que la adrenalina se ha dejado en la montaña.
Al llegar a casa la sorpresa es mayor si cabe, chicas de labios gloss y ojos maquillados nos entregan una cinta de campeones, ramo de flores y pancarta pintada por los niños de la casa.
Foto y botella de sidra.
Un colofón insuperable para un gran día.
Una gran escalada.
Una gran montaña.
Una Gran Isla.
Pensando en volver a subir

No comments: