Thursday, April 02, 2015

VENTANAS MOJADAS

Varios días son ya los que no dejo de oír el sonido de la lluvia al golpear los cristales.
Un tintineo tranquilo y relajado que puede llegar a exasperarte si lo que buscas es un cielo azul y despejado, un aire templado y agradable...
Dicen que esta primavera será más seca de lo normal, pero ha comenzado mojando y lavando nuestras montañas, valles y ciudades. Nuestras playas...
Alguna vez han tenido la oportunidad de disfrutar de la playa recién caída una copiosa lluvia?
La mezcla de olores del mar con la arena húmeda es alucinante. Los colores se transforman, la textura del suelo cambia completamente, y la soledad que encontramos purifica y calma cualquier tipo de ansiedad...
Y es que de eso va esta entrada, de ansiedades, malestares y preocupaciones que vienen ya acompañando mis huesos desde hace unos meses. Meses que años parecen, porque lo malo se hace eterno cuando es uno quien lo padece...
Alguna vez han tenido la oportunidad de vivir y dormir en un buque de guerra donde no existe el silencio? donde todo son ruidos a cual más fuerte y distorsionado?
Seguro que sí, o al menos en otro ambiente similar.
El cuerpo es sabio y acaba adaptándose para sobrevivir, llegando a la conclusión de que semejante contaminación acústica no existe, que forma parte del ambiente, como el susurro del viento a través de las hojas de los árboles...
Alguna vez han tenido la oportunidad de escuchar como cae la nieve sobre el suelo?
Es algo increíble! Y se hecha mucho de menos cuando pasas largo tiempo sin oírlo.
Como tantas otras cosas...
A mi regreso del último despliegue, me costó un poco retomar la rutina de mi vida,  recuperar mis hábitos, costumbres, responsabilidades familiares, etc.
Volver a ser yo mismo...
Suele pasar siempre, al menos a mí, al igual que a los míos, que tienen que, nuevamente,  acostumbrarse a que este individuo de barbas desaliñadas deambule por la casa dejando todo por  medio.
Es un período que suele durar de varios días a pocas semanas, no más de dos.
En esta ocasión, la cosa se alargó mucho más de lo esperado y deseado, con episodios de pesadillas y noches en vela sin poder dormir.
Días en los que temes la llegada de la noche, como antaño sucediera a los pastores temiendo la llegada del lobo que devoraba sus ovejas.
Lentamente pero sin pausa, el cuerpo acusa físicamente ese desgaste que produce la falta de sueño, se pierde peso, se pierde tono muscular, capacidad de concentración y reacción.
Y lentamente, pero igualmente sin pausa, se van perdiendo otras cosas, como puede ser una visión de tu futuro, el interés por cosas que antes ocupaban tu mente, por proyectos, aficiones e incluso por ciertas obligaciones.
El cuerpo humano es sabio, porque la Naturaleza así lo dispuso desde el comienzo, aquel mismo comienzo de cuando dejamos los mares para adentrarnos a explorar la tierra seca en forma de pequeños seres anfibios.
Y esa distorsión del sueño que sucede durante la noche, va dando paso a una distorsión de la realidad del día, un estado casi letárgico que se traduce en una gran apatía, desesperanza y falta de ilusión por todo aquello que antes te robaba el pensamiento.
Son días de permiso, de no ir a trabajar por aquello de haber estado fuera un largo período de tiempo, días de celebraciones familiares y reuniones con amigos, donde no consigues estar cómodo de ninguna de las maneras.
Y sigue pasando el tiempo y los copos de nieve de la extraña sensación, han formado una gran bola  que crece también lentamente pero sin pausa.
Y es que muchas cosas de nuestra vida suceden así, lentamente pero sin pausa.
Mi vida en los últimos años ha venido marcada por mi trabajo, por mis aficiones, que jalonaban el camino con hitos casi topográficos, llevándome de entrenamiento a entrenamiento y de competición en competición.
Un ritmo frenético a veces que te impedía ver la realidad, lo cotidiano y todo el paisaje que el camino de la vida te brinda en cada instante, centrando más la atención en el final, poniendo cruces, iluminando líneas...
Un ritmo apasionante sin duda.
Vivir el día a día con una dosis elevada de apatía es muy duro, es muy triste y también muy raro, porque por más que uno trata de buscar la explicación que responda qué es lo que está sucediendo, por más que uno piense en ello, no lo consigue.
Y los días se suceden ciertamente monótonos, lánguidos a veces. Unos cortos y rápidos, otros malos, pero todos, al fin y al cabo, días de la vida de uno, de la que pasa sin detenerse, de la que no espera.
Sigo en ello, a veces solo con mi propio sinsentido, buscando respuestas donde no las hay, buscando explicaciones a algo que quizá no las tenga, olvidando a veces y recordando otras.
Dicen que las situaciones drásticas requieren medidas drásticas...
Quizá eso sea, o simplemente seguir remando en este mar de incertidumbres, de forma constante, hasta que un día descubras que todo ha pasado, que atrás quedó ese mal sueño, ese bache...
Y quizá algún día vuelva a desvelarme por aquello que antes me mantenía en vigilia, deseando saltar de la cama para seguir desafiando a la propia vida en un nuevo día diferente y único.
Y es que los seres humanos somos así de complicados.

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