Saturday, January 31, 2015

LA ZONA DE CONFORT

La zona de confort es aquella que nos hace sentir seguros y protegidos, donde poco arriesgamos y controlamos casi todas las variables que pudieran afectarnos en un momento dado.
Mas que un lugar físico o concreto es un estado mental, por supuesto vinculado al ejercicio del cuerpo cuando se trata de temas deportivos, pero también lo hago extensible a otros aspectos de la vida, como bien puede ser nuestro trabajo o nuestras relaciones personales.
Bien puede parecer que hablamos de una zona comodín porque en ella nada se pierde, o , al menos, es muy difícil hacerlo.
Poco arriesgo…, pero poco recibo a cambio.
En esto de los entrenamientos triatléticos y de otra índole, el área en cuestión se ubica en la realización de las diferentes sesiones sin experimentar la parte desagradable que tiene la práctica deportiva, la que duele y sabe mal.
Esa de la que cuesta recuperarse, la que da pereza o en la que necesitamos de otros para llevarlas a cabo.
No quiero entrar en debates sin final ni tampoco en contradicciones acerca de los métodos de entrenamiento basados en fundamentos científicos, ya que sería algo absurdo. La ciencia está ahí para validar o desmentir los hechos.
Pero la parte divina, humana, o lega, es la que, ocasionalmente, se salta los protocolos e introduce experiencias únicas e irrepetibles.
Esa parte es la que debemos explorar en su justa medida.
Hay que salir de nuestro jardín particular y explorar qué hay más allá, sabiendo en todo momento que podemos perder o ganar mucho por ello.
Hay que arriesgarse sin temer el qué dirán otros.
Mares tranquilos no hicieron buenos navegantes…
Pero no entendido desde el suicidio, el sin sentido o la pérdida de papeles.
Las cicatrices de nuestra piel nos recuerdan de forma contundente, cuándo y cómo nos hicimos daño.
Y no hablo de que haya que pasarlo muy mal para saber más o experimentar otras cosas, de lo que hablo es que debemos tener el valor de dar el paso.
Cada vez más a menudo se repiten las fotos de la captura del computador de la bici, del GPS o del pulsómetro, como si se intentara buscar la aprobación de lo que hacemos.
Cada vez, más a menudo, no me gusta nada, de hecho no suelo descargar esas fotos cuando me llegan al teléfono.
La gente necesita compartir sus alegrías y quizá yo, lejos de tener una condición física envidiable, tan solo siento envidia hacia los éxitos y logros de aquellos que me rodean. No lo sé….
No debemos hacer, decir, actuar y al fin y al cabo, vivir para esa gente que nos sigue a través de una red social o un dispositivo electrónico.
Y aunque parece paradójico que haga esta afirmación cuando he sido parte activa del sistema, y escribo estas palabras en un blog, cada día me siento más alejado del mundo virtual, al menos desde el punto de vista del que se anuncia. No sé si consigo explicarme.
Acabo retomando el hilo del post, que se centra en el cruce de la línea de lo cómodo y lo exigente, en el punto en que podemos ocultar la verdad a la red pero no a nosotros.
Mi zona de confort creo que ha llegado a su fecha de caducidad y toca pues pasarse a la parte donde te las dan todas.
Qué mejor forma que hacerlo que con un dorsal…

Veremos qué pasa pues. 

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