Hace ya
tiempo que tenía en mente escribir un post sobre el mundillo este de los
entrenadores personales que,
paralelamente al incremento de la práctica deportiva popular, ha experimentado
su particular “burbuja
inmobiliaria-personal trainer”.
Al igual
que lo que ha venido sucediendo en la proliferación de pruebas y competiciones
de todo tipo (triatlones cortos, de media y larga distancia, carreras
populares, medias maratones, maratones y carreras de trail y ultratrail), el
papel del entrenador personal ha ido cobrando una importancia muy destacable,
casi caminando de la mano del boom de material y equipamiento así como
tecnología aplicada al deporte.
No
descubro nada nuevo cuando afirmo que si en la práctica deportiva se busca un
rendimiento (por mínimo que sea y por ridículo que pueda parecer el objetivo a
conseguir), debe planificarse de forma razonable, concienzuda y con un mínimo
soporte científico, ya que de lo contrario podemos errar en nuestras metas,
consiguiendo una importante frustración o incluso una lesión.
Es por
tanto que considero que la ayuda de un preparador físico con la adecuada
formación teórica y práctica, unida a una experiencia que avale su forma de
trabajo o método, se hace, si no imprescindible, sí muy aconsejable. Máxime si
nuestros conocimientos en entrenamiento son escasos o inexistentes.
Ahora
bien, a la hora de elegir debemos ser conscientes de qué necesitamos, qué
buscamos, qué esperamos y cuánto estamos dispuestos a pagar. Como en muchos
otros aspectos de la vida, lo más caro no es siempre lo mejor, así como que
también nos puede suceder que quien paga poco, paga dos veces.
No se
trata de una encrucijada de difícil elección, o de un callejón sin salida, sino
de realizar un análisis previo de qué es lo que realmente necesitamos para conseguir
el objetivo que nos hemos planteado. Incluso si la cosa va bien encaminada, ese
entrenador personal puede ser un elemento clave a la hora de planificar y
decidir qué objetivos son más acordes a nuestras capacidades y características.
Existen
entrenadores que van más allá de lo puramente físico y contemplan la
posibilidad de asesorar en la compra de material deportivo, así como en la
planificación y distribución del tiempo libre, entrando ya en lo que a día de
hoy se denomina coaching.
Y si nos centramos
en la formación de nuestro entrenador pues el currículum suele ir ligado al
nivel de estudios del mismo, encontrándonos con muchos licenciados en INEF,
Magisterio, Entrenadores Nacionales de diversas modalidades deportivas, pasando
por ex deportistas, deportistas en activo, frikies del mundo de la actividad
física y devoradores de libros y toda clase de información relacionada con la
materia que tratamos.
Personalmente
me considero (no un entrenador, no se me entienda mal…) un espécimen de los
últimos, ya que trato de documentarme de toda fuente que, tras verificar su
calidad y rigurosidad científica, me aporta conocimientos que poco a poco han
contribuido a formar mi pequeña base de datos en la que basarme bien para
seguir asimilando información y nuevos conceptos, o apoyarme en la toma de
decisiones cuando me autoentreno o ayudo puntualmente a alguna persona.
Por otro
lado está la parte referente a la experiencia personal, donde he ido acumulando
diferentes vivencias en lo que a participación en eventos deportivos se
refiere, siendo algunos muy dispares entre sí, a la vez que mi trabajo ha
llevado implícito la constante preparación física tanto mía como de otros
hombres y mujeres. A lo largo de los años de entrenamiento puedo decir que he
acumulado numerosas enseñanzas fruto de los errores que he cometido, así como
también he podido sumar pequeños éxitos que se han producido tras un meticuloso
proceder.
Pero no se
trata de mi persona, que al fin y al cabo no dejo de ser un triste más en esto
del deporte, sino de analizar el papel que juega este universo coaching de hoy en día, centrándome algo más en la
carrera, el trail running y el Triatlón.
Conozco a
unos cuantos entrenadores que trabajan con deportistas de todo tipo, desde
principiantes en el mundo del Trail, hasta consumados triatletas que buscan una
plaza para Kona. Algunos de ellos se dedican de manera profesional al tema.
Vamos! , que es ese su trabajo. Pero la gran mayoría se dedica a esto de forma
digamos secundaria, paralela, o simplemente como un pequeño extra que les puede
permitir comprar unas cubiertas para la bici o una caja de barritas. La verdad
es que no puede afirmarse que alguien pueda hacerse rico entrenando a su grupo
de colegas, de club, etc, ya que , como suele ser norma, este Mr Coach no suele
cobrar mucho por sus servicios.
Sin
embargo, se sabe de otros muchos (cada vez más) que no escatiman ni tienen reparo
alguno a la hora de cobrar auténticas tarifas por llevar el entrenamiento de un
deportista. Casualmente son entrenadores que tienen a su cargo un número
bastante elevado de personas, tanto es así, que se hace incompatible con un
servicio adecuado, riguroso y profesional; recurriendo a continuos cortapegas y batiburrillo de frases hechas
y que hoy tan de moda están.
No critico
el uso de la informática y su facilidad para editar documentos de forma rápida,
ganando tiempo para dedicarlo a otras
cosas, pero sí que lo hago ante el hecho de recurrir a la mega-base de datos
donde corto y pego casi sin pensar a quién se le envía la información.
Uno de los
principios del entrenamiento deportivo es el principio de individualidad, que no es más que el hecho de que cada
persona es diferente y por ello necesita cosas diferentes.
Sí! Y ahora
habrá quien afirme que determinados trabajos, sesiones o ciclos, pueden ser
comunes, incluso que pueden servir para una comunidad que, si bien no busca idénticos
objetivo, si comparte disciplina o modalidad. Y es que todo en la vida no es
blanco y negro, por lo que la gama de grises puede ser tan variada como
queramos, lo cual no nos licita a que podamos estar saltando de línea en línea
a nuestro antojo y conveniencia.
Cuando a
todo esto se le une la tecnología y los datos sobre rendimiento que esto
genera, pues entramos en una especie de dimensión espacio-tiempo donde el
deportista lego o el triatleta super experimentado, pueden encontrar su
perdición al obviar lo básico y elemental del entrenamiento. Porque soy de los
que piensan de que hemos perdido un poco el Norte y la esencia de lo que
hacemos, al tratar de asimilar, comprender e interpretar un montón de datos sobre
los que no somos capaces de exprimir un porcentaje razonable en contrapartida
del precio de lo que suele costar este
tipo de equipamiento. Y es que quizá vivamos en cierta manera frustrados con
nuestros resultados y necesitamos de ese elemento que nos diga lo que queremos oír
y nos enseñe lo que queremos ver.
Si a todo
esto le sumamos la falta de seguimiento de nuestro Mr, podríamos afirmar que lo
que hacemos es simplemente pagar por hacer algo a lo que no queremos dedicarle
tiempo.
Estoy
plenamente convencido de que todo el asunto este de los entrenadores falla por
la falta de seguimiento real sobre el deportista al que se entrena. Este
estudio de la información es vital para que ese programa crezca y evolucione de
la mano que la condición física y la mejora de sus capacidades, ya que de lo
contrario pierde su eficacia. Este hecho aumenta exponencialmente al número de clientes, por lo
que el empeoramiento del servicio es directamente proporcional al número de
deportistas.
El año
pasado lo viví en primera persona, al ser entrenado por un entrenador que
llevaba a cincuenta personas diferentes, con objetivos diferentes y capacidades
diferentes, viendo como el asunto se tornaba en una pequeña gran bola de nieve
donde el dinero también crecía de forma exponencial. No como para comprar una
isla privada pero sí como para tener un sobresueldo paralelo totalmente limpio
de polvo y paja. Como suele ser costumbre en nuestra España, acabamos rajando
la gallina que pone los huevos de oro para ver si podemos sacar más.
Esta última
parte debe ser motivo de otra discusión, quizá más sobre ética que sobre
deporte, ya que la realización de actividades profesionales remuneradas y no declaradas
puede ser tema de conflicto, a pesar de que en el fondo soy de los que piensan
que allá cada cual con su propia conciencia, que no es mi objetivo en la vida
el cuestionar, criticar o juzgar el comportamiento de mis semejantes. No me va
la doble moralidad y bastante tengo ya con mi propia conciencia como para
meterme en esos terrenos pantanosos.
Pasando al
último punto del post, me gustaría incidir en la parte relativa a la formación
de los entrenadores, ya que un licenciado, por mucho título que tenga, si no ha
experimentado el deporte en su persona, carece de un elemento de juicio nada
despreciable, al igual que si tampoco dispone de experiencia entrenando en
clubes, equipos, etc, pierde un pilar importante
y fundamental.
No me
impresionan los multidiplomados que tras licenciarse en INEF convalidan títulos
de entrenadores nacionales en varias disciplinas sobre las que nunca han
ejercido como tales. En mi caso me vale muchísimo más ese entrenador que lleva
años de experiencia entrenando a niños y jóvenes en un club de natación, por
ejemplo.
Si el
médico no ejerce, da igual lo que sepa porque estará falto de práctica.
Por
ejemplo, Clemente Alonso es Licenciado en Medicina, pero jamás se me ocurriría
llevarle a mi hija a que me la atendiera por un dolor de estómago. Creo que me
explico.
Hay mucha
gente que sin ser licenciados han dedicado su vida al deporte, acumulando un
importante bagaje y multitud de experiencias que los han formado como
entrenadores excepcionales, algo que afirma y corrobora lo que hablábamos antes
sobre la gama de grises.
La
experiencia en pruebas o un currículum de libro, no es sinónimo de saber hacer
las cosas bien, no nos engañemos. Es obvio que alguien que ha corrido 15
Ironmans tiene bastante qué decir del tema, pero no significa que todo lo que
diga sea lo correcto, o que tan siquiera sepa guiar a otra persona en el camino
hacia la mítica distancia.
Y es que
se da cada vez más este hecho de participar en una prueba de ultradistancia y cuatro
carreras de trail y pensar que podemos
dedicarnos a decirles a otros cómo se hace y cómo se entrena.
Y qué es
lo que empuja a que todo esto suceda así? Pues no me cabe la menor duda de que
lo primero es un amor casi incondicional por el deporte, quizá unido a un
espíritu por hacer llegar ese mensaje de que lo que hacemos es una pasada, o el
simple hecho de ayudar a quien vemos perdido o desorientado. Probablemente este
sea el origen de nuestro Mr Coach, y ya después, cada uno lo ha ido tuneando
como ha podido, ha querido o le han dejado.
Sobre los
buenos entrenadores no digo nada, porque ellos, no forman parte de este
mundillo y su estatus está muy por encima de lo que mi conocimiento es capaz de
opinar.
Ahora la
polémica está servida, ya que entiendo que puede ser un tema que cree desavenencias,
pero no es el objetivo del post meter los dedos en llagas o echar sal en las
heridas, sino crear un debate abierto, porque se sobradamente, que no tengo
toda la razón.
Hala pues!
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