Monday, September 22, 2014

SUN, SAND AND MOISTURE




Atrás queda el puerto de Fujairah, uno de los emiratos de este país de cuento de las mil y una noche, donde el espeso crudo alimenta una colosal maquinaria y forma de vida basada en una sorprendente ostentación hacia todo lo puramente material.
Gigantescos edificios que tratan de ser los más altos del mundo, forman ciudades asiladas entre desiertos de arena, roca y polvo.


Pintorescos dromedarios entre dunas…
Colores ocre, dorado, fuego…
Todo aquí trata de ser "lo más", "el más"..., quizá obedeciendo a un fuerte complejo por parte de sus habitantes que tratan de posicionarse en el mundo de esta forma tan peculiar y llamativa.
Realmente desconozco el por qué de esta forma de arquitectura y la verdad es que poco me importa. Está claro que el petróleo y el gas natural alimenta cada una de los miles de millones de bombillas que pueda haber en este país del que solo me atrae la belleza de su hostilidad, que precisamente no se encuentra en las grandes urbes, sino en sus desiertos.
Hormigón y cristal a partes iguales.
Verticalidad extrema.
Como ya he dicho no me atrae y poco me ha gustado, lo cual no significa que me haya dejado indiferente, ya que a personajes mundanos y de pueblo como yo, una visión así sobrecoge, abruma...
 

Este ha sido nuestro primer puerto de descanso tras nuestra inicial navegación desde la llegada a Djibouti. Pronto, la verdad!, pero en el caso de nuestros anfitriones si se hacía necesario una parada tras tantos días de patrulla en la mar.
Y es que desde que llegamos a la Base Áerea de Morón, el calor ha sido el principal protagonista.
La humedad ha ido de la mano.
Djibouti nos recibe con 37ºC a las 21:00 y una humedad tal que parece que respiramos vapor de agua.
No estamos aclimatados y el bofetón es contundente.
El barco tampoco ayuda.
Mucha gente y muchos años se traduce en poco espacio.
Y no estamos aclimatados…
Pero la raza a la que pertenecemos, nos obliga a encontrar nuestro hueco dentro de la cadena evolutiva y más pronto que tarde nos hacemos con la situación para dejar paso a un saber estar algo más cómodo.
Nuestra rutina de trabajo es muy particular, siempre de alerta y con vuelos programados a diario siempre que las condiciones de mar y la propia misión nos lo permita.
Y si de entrenamientos hablo, pues qué decir que no haya contado en otras ocasiones, sabiendo que las posibilidades de entrenarse de forma seria a bordo son prácticamente reducidas o nulas. Mente fría y corazón ardiente, porque poco se puede hacer allí donde el acero tiene su imperio, el espacio es una palabra casada con reducido y donde se deben compartir los escasos medios disponibles.
Hacer coincidir el comienzo de la temporada con este despliegue, puede haber sido una sabia decisión, esto el tiempo dará respuesta. Ya que se me antoja harto complicado el hecho de entrenar de otra forma que no sea un acondicionamiento/mantenimiento, con volúmenes reducidos, así como intensidades muy cómodas.


Gran acierto el de embarcar la Cannondale y el rodillo (que morirá tras esta misión), así como el TRX. La carrera está siendo relativamente conservadora y así debe ser, ya que la cubierta de vuelo no ofrece muchas posibilidades para entrenar de forma más intensa y si multitud de ellas para tener algún tipo de percance.
En eso estamos y espero que poco a poco el cuerpo consiga adaptarse como es debido y de la forma deseada, minimizando así el posible desentreno que impida coger un buen ritmo allá por diciembre cuando regresemos a casa.
A casa…
Pero queda mucha mar por la proa para ello…, así que de momento seguiremos dando tumbos al ritmo del monzón y machacaremos el acero con nuestros sueños e ilusiones.
Hala pues!

 





 

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