Wednesday, August 27, 2014

BRAZADAS SOLIDARIAS Y FIN DE TEMPORADA

Otro año más (y ya van tres...) nos juntamos un grupo de amigos para nadar desde Cádiz hasta San Fernando, atravesando su Bahía y completando esos 6.000 metros que separan el punto inicial y el final.
Aproximadamente unos 120 nadadores donde había muchos deportistas de diversa índole y condición (nadado@s olímpicos, de élite, triatletas, masters y más de algún loco del deporte en general) cumplieron el objetivo de mirar al horizonte y localizar en la lejanía la orilla opuesta para, tras unas brazadas, verse deslizándose en el medio de una gran piscina natural que vemos a diario pero que, quizá, no apreciamos lo suficiente.
Cuando realizamos la travesía la primera vez, le infligimos el carácter de desafío, debido a que la distancia a cubrir es importante si bien no extrema o dificultosa.
Días tranquilos de viento y el estudio de corrientes y mareas permiten el nado de una forma mucho más segura y con cierta ayuda de la Naturaleza, que no deja de ser siempre quien permite que el hombre triunfe o fracase.
Para los nadadores que yo denomino de élite, aquellos con una buena base y técnica depurada (los que han nadado desde chiquititos), el reto en si no tiene dificultad alguna, más que la de superar esa posible barrera psicológica de verse en medio de la nada.
Siempre ha existido grandes dosis de cordura y sentido común a pesar de ese aire de aventura.
Siempre la seguridad ha estado por encima de todo.
El hecho de hacerlo de forma no competitiva también añade un extra de relax que permite disfrutar más si cabe, de lo increíble de cruzar a nado la Bahía que muchos han visto desde siempre.
Este año, también se ha realizado el cruce, siendo un auténtico desafío para algunos, un recital de elegancia técnica para otros, un rato más entre amigos haciendo deporte y el apoyo a una buena causa.
Horas de entrenamiento han perseverado tras aquellos que miraban dubitativos si serían capaces de realizar semejante desafío.
Todos lo hicieron.
Todos lo consiguieron y todos ganaron.
Creo que todos disfrutaron, a pesar de que algunos no pueden evitar el hecho de compararse, mirar sus computadoras, a sus semejantes y tratar de buscar una clasificación ficticia allí donde no la hay.
Como deportistas y amantes de la competición, debemos saber "comportarnos" en días como este, dejando a un lado nuestra competitividad (muchas veces absurda e irreal) y simplemente dejando que el éxtasis de la práctica deportiva nos llene.
Ambas cosas se pueden desligar.
Estoy seguro y lo he comprobado este último año.
Y aunque se que es una postura intransigente, se que tengo la razón.
Aparte de todo lo meramente personal, esta tercera edición tuvo el detalle de recaudar una pequeña aportación para la Asociación Vicente Ferrer. Si la inscripción costaba escasos 10€ y fuimos unos 120 deportistas..., pues solo hay que multiplicar.
Migajas para gente necesitada que agradece esa generosidad.
Doble valor de cada brazada dada.
Estos gestos, lejos de ser una limosna, tratan de crear conciencia social y espero y deseo que de todos los que fuimos, en algún momento dejáramos que nuestro pensamiento fuera para los más desfavorecidos. Y si no fue durante, que fuera después, o ahora mismo.
Quiero aclarar que no soy partidario de que todas o la mayoría de las pruebas deportivas tengan que tener un papel colaborador con ONG's y causas justas de ayuda a otros. Me gusta diferenciar ambas cosas y separarlas, aunque también opino que si es verdad que otros muchos eventos deportivos deberían tener casi como objetivo principal esa creación de conciencia social y la recaudación de fondos para ayudar.
Y aunque lo que acabo de escribir son cosas opuestas, no se trata de una contradicción sino de querer dar a cada cosa su sitio y su momento.
Nada más..., y nada menos.
No quiero terminar sin hacer una mención especial a las personas que han estado detrás (y qué curiosidad delante también porque nadaron y lideraron grupos al ser excelentes nadadores...) trabajando y moviéndose para poder hacer realidad todo.
No los nombro porque el respeto me lo impide y porque son personas que no buscan el bombo y el platillo. Esto no se resumió en un día  de ajetreo preparando la salida y la llegada, las bolsas y los listados, etc.
Esto nació hace tiempo, requirió ganas, ilusión, reuniones y algo que pocos están dispuestos a dar hoy en día ( y menos aún a darlo de forma altruista ), y es lo que yo llamo :"EL ESTAR AHÍ".
Que no sean mediáticos no significa que no nos demos cuenta de todo lo que hacen. Al menos yo lo hago...
Simplemente, gracias.
El año que viene estaremos nuevamente allí si la propia vida nos lo permite.

Y para cambiar de tema aprovechando el final de una cosa enlazo este  post comentando el final de la temporada que ha sido realmente bueno y creo que justo en cuanto a lo invertido.
Si hago un balance rápido ( y no me refiero a un listado de pruebas en donde participé, al más puro estilo egocentrista...), puedo decir que no quedé muy satisfecho en mi experiencia con entrenador y que siempre seguiré buscando el mejorar y batir mis parciales y logros personales.
Tengo en mente un post sobre los entrenadores personales en el deporte amateur, la eficacia de los mismos y, cómo no?, la irrupción al más puro estilo burbuja inmobiliaria del profesional del entrenamiento.
Sobre mi experiencia decir que quien mucho abarca poco aprieta y que para enseñar a capar, antes hay que cortar unos cuantos huevos...
Y que nadie saque la errónea conclusión de que trato de responsabilizar mis malos resultados al entrenador, porque también debo ser consecuente y aplicarme lo de quién mucho abarca, poco aprieta.
He participado en muchas pruebas, algunas muy duras y sin llegar a las mismas con una preparación óptima y focalizada, tan solo con el objetivo de disfrutar sufriendo.

Algunas de estas carreras (que básicamente han sido de montaña ), son de las que pasan factura  y daños colaterales a nivel físico, lo cual hace que las recuperaciones sean más largas y la capacidad de que el organismo vuelva a estar listo para asimilar nuevos entrenamientos, más lenta.
No me quejo por ello, pero he tomado nota de que todo a todas horas, al final, tampoco es disfrutar.
Los extremos suelen ser muy radicales, así que mesura y elegir mejor qué hacemos y cómo lo afrontamos.
Mi reencuentro con la montaña, quizá ha sido lo que más me ha llenado, recordándome que hay vida más allá del Triatlón y del Ironman.
Volver a subir montañas con los skis de travesía, o superar resaltes de hielo sobre un abismo, me han propiciado experiencias empolvadas en mi interior y que me han encantado.
Sobre lo que más me apasiona en estos momentos y que es el Ironman, pues no cabe duda de que he perdido algunos puntos sobre las dos ruedas y otros más (bastantes) corriendo.
Trataré de reforzarlos en esta nueva temporada.
El hecho de que me adelantaran el despliegue un mes fue el condicionante para dar por cerrada la temporada, descasando de forma activa y sin presión alguna durante prácticamente la totalidad del mes de Agosto.
Algún kilo se me ha pegado, pero se que lo voy a echar en falta cuando empecemos lo que supone el estar por ahí de misión.
Y como cada despliegue es diferente nunca se puede hacer uno la idea de qué y cómo entrenará esos meses, ya que es evidente de que, lo primero (al menos de momento) es el trabajo, que permite que pague las diferentes facturas.
No obstante la idea es hacer un trabajo de inicio de temporada que bien se puede definir como de base o volumen, incidiendo mucho en el trabajo de fuerza y técnica.
Fuerza más que nada para tratar de blindar músculos y articulaciones y poder asumir muchos kilómetros a pie y en bici.
Mi vieja Cannondale y mi rodillo me ayudarán a que las horas no se me hagan tan tediosas y los días más cortos.
Sobre pruebas futuras no tengo muy estudiado el calendario, si bien tengo claro que quiero volver a Lanzarote, con algunos 70.3 previos y una maratón aunque de forma más tranquila. De las carreras de montaña debo mirar la cosa con detenimiento, ya que algunas importantes se desarrollan mientras estoy fuera.
Poco más que decir.
Aunque si es verdad que con ganas de partir, porque , siempre, los preliminares a un despliegue, son sin duda lo más duro.
Son ya unos cuantos años así, pero no es posible acostumbrarse a ello, sino que con el tiempo, la losa es más pesada y más te oprime el pecho.
Parece que ya llevamos dos semanas de despedida en casa, con un ambiente tristón en todos nosotros y con la inevitable actitud de asumir lo que tiene que suceder, aunque sabes que es malo.
Pero estas son nuestras cartas y toca jugarlas para lo bueno y lo malo.
Ya veremos cómo se desarrollan los acontecimientos.
Hala pues! 
 

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