Monday, June 23, 2014

LETHARGY

Los antiguos navegantes siempre temieron por igual los grandes temporales y las calmas, ya que si bien las primeras eran capaces de destruir el navío enviándolo a los abismos, las segundas, sin vientos que inflaran el velamen, condenaban a la tripulación a una lenta y agónica muerte flotando en el mar bajo un sol implacable.
Nuestras propias vicisitudes son las que marcan el rumbo de nuestra propia singladura, que no es ni más ni menos que nuestra propia vida. Según acometamos diferentes empresas, o nos rodeemos de diferentes personas, nuestros actos y decisiones podrán verse condicionados en mayor o menor medida.
Últimamente se me escucha decir que determinadas personas que de alguna forma están a nuestro lado o guardan relación alguna con nuestro día a día o  aspectos de los mismos, esas personas son las que llamo captadores de energía, ya que lejos de aumentar la tuya propia, te la restan o absorben hasta puntos que te dejan completamente hastiado, aletargado, embotado, desmotivado...
No se trata de culpar a otros de nuestras propias carencias, fracasos o frustraciones, sino de analizar todo aquello que nos rodea y que en cierta manera nos mina un poco, ya que al igual que en lo primero, también estoy convencido de que el motivo de esa crisis energética no responde a una única cusa, sino a la simbiosis de muchas.
No es un MUCHO de algo, sino muchos POCOS unidos.
Así que el período personal en el que me encuentro, no deja de tener un componente considerable de esas calmas, que me tienen adormilado y embotado, dificultando enormemente poder seguir con mis proyectos de forma normal, o tan siquiera permitiendo a mi cabeza dejar de sentir esa angustia injustificada.
Me gusta recurrir al hecho científico que explica cómo muchos de los problemas psicológicos que padecemos o por los que atravesamos, tienen su causa en desajustes físicos o químicos. Esto, a pesar de lo malo de la noticia, no deja de ser tranquilizador.
Y es que últimamente me cuestiono cosas que hacía mucho no me cuestionaba, cosas que me llevan a pensar en cambiar la forma de ganarme el sustento, abandonando con ello la milicia, o tal vez retomando mi quehacer diario como antaño lo hacía antes de aparecer en este mundo de aviones y aeronaves.
Y es que da tanto miedo no haber elegido el camino correcto en la vida.
Da tanto miedo dejar pasar los trenes que paran ante nosotros para llevarnos a vivir experiencias increíbles.
Da tanto miedo caer en la rutina, en la monotonía que nos lleva a convertirnos en ciudadanos de un mundo dirigido como aquel de George Orwell en su novela 1984.
Da tanto miedo cerrar los ojos y decirte que no has vivido.
Manejar todas las variables no está a nuestro alcance. Al menos no en el mío, aunque tampoco creo que sea eso lo deseable, ya que si siempre sabemos qué sucederá, que sentido tiene entonces el riesgo?
Pierdo el hilo de la entrada y voy mezclando las ideas tal y como me asaltan la mente, casi como la compuerta que deja escapar los litros sobrantes de agua en un embalse o un estero.
Y es que hasta eso, en ocasiones se hace harto difícil.
Hala pueses!!

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