Monday, May 12, 2014

GAME OVER


Realmente todo no ha hecho más que empezar, o casi, pero el tiempo de juego si lo planteamos como el  previo a la gran cita, ese juego o entrenamiento ha llegado a su fin.
Es hora de demostrar qué hemos conseguido en este periplo. Qué nos hemos dejado en el camino. Cuál puede llegar a ser nuestro límite o cuan buenos somos asimilando un trabajo metódico que hemos seguido con rigurosidad.
Hablamos siempre de ciertos tópicos que no dejan de ser frases hechas de este mundillo del triatlón de larga distancia, como lo de disfrutar del camino más que del final, una forma de vida, competir contra uno mismo y los elementos...
Es difícil no recurrir a alguna en determinados momentos, como este de los previos al gran día, que libremente aceptamos en su momento tras haber desembolsado una cantidad de dinero importante si miramos con la simplicidad de que afirma que lo que se hace es, simplemente, pagar por correr.
Este elemento, no puede desligarse de lo que denominamos el "Espíritu de la Larga Distancia", porque forma parte de sus orígenes y lleva siendo así desde entonces.
La locura soñada por un puñado de excéntricos amantes del deporte, se convirtió, como muchas otras cosas que ha creado el ser humano, en otro negocio más que alimenta una maquinaria colosal tan grande, que afecta a mucha gente, más de la que pensamos, en mayor o menor proporción.
A pesar de que algunos se obsesionen de forma enfermiza en destacar tan solo la vileza del marketing, los que optamos por seguir alimentando a la bestia, lo hacemos impulsados por un deseo que prácticamente es común para casi todos los que engrosamos la columna vertebral de este fenómeno del IRONMAN. Los Age groupers o Grupos de Edad, la verdadera esencia de este deporte.
Ellos, es decir, nosotros, somos lo que garantizamos el sustento de los habitantes del Olimpo Profesional de este deporte, de las Federaciones Territoriales, Nacionales e Internacionales, repletas  vividores aprovechados y algunos (los menos) currantes abnegados, además de otros frustrados o hasta fracasados. Son una mezcla inseparable...No hay más.
Y el fenómeno ha evolucionado de tal manera que aquellos insensatos que se atreven a desafiar los límites del hombre, se embarcan con la premura de un año para otro aún sin saber si podrán disponer del tiempo, ganas y motivación necesarias para poder estar en la línea de salida. Esto, junto a los 226 kms a recorrer, también forma parte del desafío.
Si compites en el verano o a finales de primavera, sueles empezar en el otoño y sufrir los rigores del invierno para poder llegar listo y preparado al día de la cita. Si lo haces en Octubre, el verano te castiga en lo más duro de la preparación.
Días cortos, tristes y fríos, húmedos y de pocas ganas de salir a horas intempestivas por contra de permanecer plácidamente bajo las sábanas y quizá la compañía de un ser querido.
Caminos nada fáciles pero elegidos libremente, aunque debemos ser sinceros con nosotros mismos y reconocer si este "mundo" donde nos hemos ubicado temporalmente, nos coacciona de alguna manera impidiendo renunciar a nuestra peregrinación anual con el sufrimiento soportable. Aunque este último apunte es algo que solo nosotros podemos respondernos.
Reconozco que alguna vez he sentido eso, esa presión de:-"Tengo que hacer un Ironman este año...-".
Por otro lado, el paso del tiempo y el conocimiento que proporciona el hecho de ver eso que hay más allá de la meta, de mi propia meta, me ha enriquecido con dosis de serenidad y calma para poder tomarme esta forma de vivir como lo que es, una forma de vida y no una carrera en si misma.
Atrás ha quedado gran parte de la euforia del novicio, de la incesante inquietud por el material y el equipamiento, por la rivalidad con los allegados, por los metros nadados, pedaleados o corridos. Por los números y las cifras...
Sí!, y es que se me ha hecho necesario poder obtener el jugo de lo que la preparación me ofrece, ya que me hace esforzarme, aplicarme, ilusionarme, frustrarme y esforzarme en la medida que mi salud se mantiene sólida y mi espíritu continúa ardiendo.
Y recurro a otra de esas famosas frases que dictan lo de: "No entrenamos para hacer el Ironman...Hacemos Ironman para poder entrenar".
Y esto es una realidad casi física, ya que nos encontramos desubicados ante la pasividad, ante la falta de ritmos endiablados que nos hacen comer a la carrera, entrenar y no estirar, madrugar de forma sorprendente o irnos a la cama cuando ya todos duermen.
Y esa partida de la preparación ha llegado a su fin, para que amanezca la nueva versión de nosotros mismos, más fuertes, más capaces, más entrenados y a la vez más débiles y temerosos de enfrentarnos a nuestra propia capacidad, a nuestro éxito o nuestro fracaso.
Y tras ese game over, no queda ya posibilidad de un insert coin adicional, sino de poder emplear nuestra cabeza para dosificar nuestra fuerza y ser capaces de mantenerla en el tiempo..., en la distancia.
No andamos solos el camino, ya que este nos ha bendecido con la amistad de otros locos semejantes, con capacidades mayores, similares o inferiores, pero todos con algo en común como es la pasión por compartir el viaje y la experiencia.
Y tanto tiempo que pasamos soñando, imaginando, fantaseando el momento de mojar los pies en las aguas del Atlántico, con un horizonte rojo y esperanzador ante nuestros ojos y una tierra quemada y hostil a nuestra espalda. Tanto tiempo y es ahora cuando ya casi lo tocamos cuando pensamos y en cierta forma deseamos que pase pronto.
Contradictorio, verdad?
Pero no es contradicción sino incertidumbre. No es pánico sino temor. No es inconsciencia sino coraje...
Cada historia que se escribe parece calcada, pero es diferente porque así lo son cada uno de los triatletas que aceptan el reto. Unas corrientes, otras sorprendentes, conmovedoras, inquietantes y hasta trágicas, pero compartiendo un mismo espíritu.
Cruzar la meta...
Ha pasado un año cuando yo había llegado a mi game over, allá por aguas de Somalia y de la costa Este africana, comprobando como la casualidad y la fortuna jugaban en mi contra y me dejaban en tierra.
Recuerdo casi como si fuera ayer los sentimientos enfrentados y la explosión y el desgaste mental que supuso la angustia de no saber si llegaría a tiempo y la posterior confirmación de que no iba a llegar.
Todo eso no deja de ser vueltas de muelle comprimido que esperan poder estirarse y liberar la energía acumulada.
Y sí, quizá todo ello me permita realizar una carrera espléndida, épica....Quizá la mejor, o quizá no y me hunda en mi propia agonía para acabar arrastrando mis huesos como en otras ocasiones.
Y es que esto es así, así de cruel y así de satisfactorio.
Ante la presión que nos autoimponemos solo debemos responder con una cosa:
hacer todo lo que esté en nuestra mano para dar la mejor versión de nosotros.
Lo externo no nos compete, no es controlable, no depende de nosotros.
Y ahora ya estoy listo, tenso y algo nervioso, pero feliz de la suerte por formar parte de la aventura.
Al resto, lo mejor de si mismos, ya que igual o más que yo merecen justicia a su esfuerzo.
Nos vemos en Timanfaya.

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