Friday, March 28, 2014

CIFRAS...

Hace unos días una amiga me comentó que cuando leía mi blog y se perdía entre cifras, números, velocidades y cantidades, se le hacía infumable, porque prefería leer cosas más…, digamos personales o profundas. Un poco más de sentimientos y pensamientos que simples y fríos dígitos.
Personalmente creo que no soy de muchos números, más que nada porque aquellos que yo pueda registrar no son importantes ni destacables, aunque bien es cierto que me recordó que la gente que leía el blog, normalmente, es gente del “gremio” y que , por consiguiente, están ávidos de datos deportivos.
Reconozco que cuando buceo por antiguas entradas, aquellas que más simpatía me inspiran son las que manifiestan esa parte algo personal de lo que la práctica deportiva genera, así como otras comeduras de tarro, que no tienen nada que ver con el triatlón  y si con mis temores, penas, alegrías, frustraciones, etc.
No me había planteado hacer cambios, pero bien es verdad  que, últimamente, me tomo esto del triatlón y del deporte en general con otra visión, otra filosofía u otro espíritu menos competitivo, menos específico, menos friki o menos Flipado…
Esto que puede entenderse como falta de celo o compromiso a la hora de entrenar y competir, dista mucho de la realidad, porque creo que no es contradictorio el hecho de buscar la excelencia deportiva tanto en la preparación, así como en la ejecución, sin que eso nos mortifique o nos angustie hasta tal punto que vivamos inmersos en una estresante situación, donde parece que debamos justificarnos ante nuestros compañeros de fatigas, amigos  o rivales.
El triatlón en concreto es un deporte que no se concibe sin la competición, ya que es esta en si, la que pone de manifiesto la práctica multidisciplinar de la natación, el ciclismo y la carrera a pie, independientemente de la idea o estrategia que desarrollemos en la carrera. En mi opinión personal creo que la idea de entrenar el triatlón sin llegar a buscar esa culminación con las pruebas y carreras es , en el fondo, dejar cojo y sin un pilar básico a este deporte.
Tras semejante reflexión me gustaría comentar el desarrollo del Triatlón MD Iberman de Ayamonte, Huelva, disputado el pasado 22 de Abril y donde coincidí con los amigos que este deporte me ha proporcionado y que tantos buenos momentos me ha hecho vivir.
Me encuentro en una fase de la preparación para el Ironman de Lanzarote, que bien podría ser definida como “Step on the gas pedal”, “Full increase” o “Maximun throttle” (bueno!,  esto si es un poco de flipadillo…), o lo que viene siendo, estar al máximo de revoluciones de cara al programa de preparación que sigo.
Esa semana había sido la segunda semana de un período de máxima carga, que tenía sus daños colaterales en el cansancio acumulado y que terminó de enturbiarse con una triste noticia de helicóptero perdido en la mar y amigos desaparecidos.
Llegué al sábado con esa “resaca” de tristeza aún vigente y un poco apagado en cuanto al brillo del espíritu se refiere, a lo que debía añadir el hecho de que me había planteado esta prueba un poco como la excusa para pasar el fin de semana en familia en el Sur de Portugal.
El alojamiento en Montegordo fue un acierto pese a distar 12kms de los boxes, porque en esta época del año el pueblo está muy tranquilo y ayuda a desconectar de todo lo demás.
La mañana de la carrera amaneció con viento, gris y una fina lluvia que arreciaba por momentos sin llegar a derivar en un diluvio, pero que le imprimió algo de carácter a la carrera y a tener que extremar precauciones en el segmento ciclista, así como de proporcionar una sensación térmica mucho más desapacible de lo esperado.
Dejamos todo listo en los boxes y nos echamos un cable unos a otros con detalles y tonterías de última hora.
Salimos al muelle y embarcamos en sendos barcos que nos trasladan al comienzo del pueblo pero por el cauce del río Guadiana.
Se comenta mucho el hecho de que el año pasado, la corriente, fue bastante fuerte y los tiempos de nado fueron muy rápidos. Oteando el agua trato de hacer una valoración de la posible velocidad de la misma, pero sería aventurado dar un dato exacto. Lo que si tenía claro es que no iba a ser muy fuerte y, tras haber nadado, calculo que no más de 2 kts y menos de 4.
Saltamos al agua, esperando su frialdad, cosa que no me influyó mucho debido a que todas las semanas el trabajo me proporciona continuos baños en el mar, por lo que pienso que, una vez eliminada esa primera impresión, solo es coger un poco de temperatura con el movimiento.
Un exceso de vaselina en el cuello, me hizo manchar las gafas con la misma, dejándome literalmente ciego y por más que traté de limpiarlas no fui capaz de hacerlo, teniendo que nadar con la referencia del único edificio alto de la ribera del río.
Nado calmado y tratando de no forzar mucho (tampoco por ello iba a nadar más deprisa), pero si tratando de aprovechar las brazadas para deslizar todo lo posible. El neopreno ayuda y es algo que los malos nadadores debemos tener en cuenta para rascar algún segundo.
Punto de giro y comienza un pequeña lucha contra la corriente al entrar en la zona del muelle deportivo, donde una corriente importante se hizo presente y me obligó a salir del estado de tranquilidad. Si vivir momentos críticos salgo del agua en 37 minutos y me dirijo a por la bici.
Me pongo el maillot de manga larga y salgo a rodar bajo una lluvia que arreciaba por momentos.
No quiero tener sorpresas con el asfalto y trato de llevar una cadencia cómoda y ágil, evitando arriesgar en las rotondas que poco a poco nos sacan de la población y nos sumergen en la carretera que marcaría el recorrido del segmento ciclista.
Un paisaje de pinares nos rodea prácticamente en todo momento, lo que unido al paso por tres poblaciones diferentes, hizo que en ningún momento resultase aburrido el hecho de pedalear. El track de ida se hace con el viento en contra y no es cuestión de forzar más de la cuenta, ya que aún recuerdo mi ensañamiento allá por el mes de Octubre durante el Iberman y sus consecuencias posteriores.
Trato de pedalear con cierta exigencia pero cómodo, tratando de no llevar un torque demasiado alto y consciente de que el track de vuelta sería con el viento a favor y , por lo tanto, más fácil. Era cuestión de tiempo y paciencia.
A pesar de ello no me pasó nada en bici y si adelanté a unos cuantos triatletas.
Comienzan a cruzarse los competidores de la cabeza y voy atento al paso de mis amigos para tener referencias de paso y poder cantarles sus posiciones con respecto al primero. Algunos como Julián, Alberto y Raimon están muy fuertes en la bici (bueno! En todo….) y da gusto verlos pasar. Un poco por detrás de Raimon pasa Ale que me comentó algo de alguna pega, pero no llegué a entender de qué se trataba.
Punto de giro y a volar…
A pesar de la fuerte ayuda del viento prefiero no cebarme y sigo dosificando mis energías, permitiendo al viento que hiciera su trabajo y dejándome llevar un poco por el mismo.
Pasan los kilómetros y el día empieza a despejar, dejando entrever un sol que anuncia que será radiante.
Faltaron casi 10kms al sector ciclista, cosa que hizo que los parciales de bici para una carrera de distancia 70.3 muy rápidos. Da un poco de rabia que no se respeten las distancias.
En boxes coincido con Ale que estaba casi listo y a punto de salir a correr. Me cambio los calcetines que tenía mojados, fuera maillot y calzada de zapatillas para salir a correr. Distingo a Ale a unos 300mts y creo que podía haber ido junto a él, pero me detengo a hacer pis y la distancia aumenta.
Cuando reinicio la carrera, continúo teniéndolo a la vista, pero a una distancia mayor,lo cual me sirvió como referencia de ritmo durante todo el segmento a pie.
En algún momento me planteo darle caza, pero se que va bien y que puede pasarme factura meter un cambio de ritmo tan pronto. Esto sumado al hecho de que la cosa hoy no iba de piques, me hizo que mantuviera un ritmo constante durante toda la carrera.
La ida se hace cómoda con el viento a favor, pero en la vuelta se cobró su factura.
Acabo la carrera cómodo y contento al ver que todos los camaradas han entrado en meta y los que no vienen bien justo tras de mí.
Tengo la impresión de que cada uno recogió, justamente, lo cosechado hasta la fecha y que todos lo pasaron bien.
El resto del fin de semana si cumplió las expectativas, con una estancia en familia, unas risas con los hindúes y los alemanes.
El domingo hicimos una parada técnica en el Rocío para visitar a los abuelos, primos y tíos.
Como dije al principio, una excusa perfecta para desconectar el fin de semana.
La próxima cita será el TRISUR en Sevilla, aunque espero que por medio pueda saborear la nieve, el hielo, la roca y alguna cima.
Hala pues!

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