Wednesday, October 16, 2013

UNLEASHED TENSION

La atmósfera se carga de electricidad estática, humedad, espesor que la hace irrespirable, confiriéndole un carácter denso y material, casi físico que induce a pensar que podemos tocar aquello que no vemos. Es como si el aire pudiera cortarse…                
Sucede esto en los preludios de las tormentas o cuando las condiciones atmosféricas se alinean para desencadenar acciones violentas como los huracanes, tifones, ciclones y tornados.     
 Los cambios recientes acontecidos en mi trabajo, han propiciado un notable enrarecimiento del ambiente que puede desencadenar en un fenómeno “atmosférico social” de connotaciones digamos radicales. Si no somos capaces de revertir el estado actual, se puede dar algún caso de altercado o incidente entre individuos que, previamente disfrutaban de un trato/relación mucho más cordial y afectiva.      
Estos cambios, lógicos por otra parte, forman parte del constante cambio y evolución de las organizaciones del hombre, donde cuando un nuevo jefe llega, marca directrices que pueden discrepar con el método de trabajo ya instaurado y asentado en el tiempo y que, en muchos casos, se ha ido degenerando, adoptando vicios, defectos, e imperfecciones que , con el paso del tiempo se ven como normales.
 Soy partidario de que determinados cambios solo se conciben con una acción rápida y contundente, casi radical, porque esa acción inmediata nos pone en antecedente para eliminar las conductas equivocadas. Por otra parte, soy consciente que dentro de una organización, existen otros cambios o modificaciones que si deben ser consensuadas y realizadas con más calma y mayor proyección en el tiempo.     
Diferentes vicisitudes han dejado de manifiesto una carga de trabajo considerable y una reducción notable del personal para ejecutar el mismo, lo cual origina un esfuerzo mayor por parte del personal  que queda en esa situación de pole position permanente. Los motivos para ello han sido varios, en principio todos justificados, aunque es lógico que a los ojos de cada uno imprimamos una vista personal vinculada a nuestros propios intereses y necesidades.       
Esto es humano, lógico y comprensible ya que uno, mejor que nadie, para valorar lo que supone para nosotros un determinado esfuerzo o sacrificio. Vamos! Que a cada uno le duele lo suyo…   
Ante todo debemos tener la suficiente frialdad de mente para darnos cuenta de que vivimos en una especie de montaña rusa con constantes picos de trabajo, intensidad en el mismo, cooperación, reparto de la carga, etc. Unas veces estaremos en lo alto de la cresta, otras a mitad y también, en otras ocasiones en la parte más baja. Lo malo de esto, o al menos a mi juicio, es que no existe una equidad, homogeneidad, un reparto lógico y constante que nos permita planificar nuestro tiempo y establecer rutinas, bien sean deportivas, familiares o personales.  
 Por ello debemos analizar en qué momento de la onda nos encontramos, asumiendo con responsabilidad nuestros cometidos y obligaciones, respetando y animando a quienes se encargan, momentáneamente, de soportar la vela y siendo lo suficientemente íntegros para que sepamos aceptar nuestras obligaciones cuando la onda nos lleve a la cresta y tengamos que asumir lo que antes otros hicieron por nosotros.  
 Esto último es de suma importancia ya que tenemos una alta capacidad de olvidar, máxime si el olvido conlleva el asumir determinadas responsabilidades. De igual manera debemos ser lo suficientemente compañeros para que la situaciones de descompensación profesional no se alarguen mucho  en el tiempo.       
Dicho esto, hago retrospección y manifiesto mi voluntad de apoyar a quienes a día de hoy cubren mis ausencias en pro de poder desarrollar otros aspectos profesionales más particulares. No es un esfuerzo en vano, ni cae en saco roto. Pronto llegará el momento de volver a remangarme e involucrarme más para que otros tengan ese merecido relevo.

 

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