Monday, March 25, 2013

SWEATING...

Si solo me centrara en hablar de Triatlón, de pruebas competidas, sesiones de entrenamiento, material de nueva adquisisción, resultados y demás avatares que lleva consigo la práctica de esta disciplina y el deporte en general, este blog, no tendría mucho sentido, ya que existen en la web miles de ellos mucho mejor documentados e interesantes.
Me gusta escribir porque es aquí donde trato de compartir gran parte de los temores, sueños, pensamientos, sensaciones e ideas que me vienen a la cabeza en cada momento de mi vida. Aunque nadie lo vea, aunque sean solo unos pocos...
En esta ocasión no voy a decir que me siento impotente, que estoy agotado, que sufro dolor, desolación e incomprensión ante la dificultad de llevar adelante mis aficiones, que en gran medida, no dejan de ser sino mi forma de vivir.
Esta última semana que acaba de terminar ha significado un punto de inflexión en mi trabajo, ese que tanto me da y tanto me quita.
En esta ocasión me quitó el sueño, me robó la comida, el descanso..., pero me dio superación, esfuerzo, compañerismo, gratitud, confianza, seguridad...
Han sido días como hacía tiempo no vivía dentro de este trabajo y , sin duda alguna, desde que me dedico a esto de la aeronáutica, el momento más exigente tanto a nivel físico, mental y técnico.
Guardo un gran recuerdo de trabajo de la última vez que estuve en Líbano, pero en aquella ocasión la carga de trabajo, pese a ser monstruosa, se mantuvo en el tiempo, siendo así mucho más gradual.
En esta ocasión hemos tenido que realizar un trabajo en pocos días, bajo condiciones bastante adversas de calor, descanso, medios, instalaciones y apoyos. Un trabajo que en nuestra base nos lleva de 20 a 30 días se ha hecho en una semana. Y lo hemos hecho bien, porque eso vuela.
Acostarse a las 22.00/23.00, levantarte a las 04.30 para rascar 1 horita de rodillo, echar peonadas de 14/16 horas con temperaturas de 35ºC, polvo, ruido y una humedad de casi el 90%, para terminar y volverme corriendo los 12kms de vuelta de la Base Francesa al Puerto de Djibouti, me ha supuesto un gran desafío.
He sido uno más de ese equipo de cuatro que llegó a ser seis y que hemos hecho  lo que se esperaba de nosotros para recuperar y mantener la capacidad de nuestro helicóptero.
Desmontar el conjunto de ambos motores y caja reductora ha sido una tarea titánica, nunca antes acometida en estas condiciones ni a tanta distancia del territorio nacional.
Sudar y beber, curar los arañazos que nuestro gato propina, reirnos de nosotros mismos y de nuestras propias miserias. Enfadarnos de lo que no salía como queríamos, de los fallos, de nuestros olvidos y de aquello que no éramos capaces de solventar con la diligencia que presuponíamos.
El premio a tanto esfuerzo ha sido la sincera satisfacción del trabajo bien hecho, de ver que la máquina vuela, del reconocimiento de nuestros compañeros y pilotos.
El premio ha sido ese vuelo por la costa de este país asolado por la pobreza, hostil y árido como la superficie de Marte, seco y caluroso, pero que en contrapartida a lo anterior, posee una belleza descomunal en sus aguas de color turquesa, azul, celeste, verde, blancas....de sus barreras de coral, de su Lac Assal, sus tiburones ballena y delfines, una belleza ajena al hombre.
El premio ha sido esas vueltas al barco por las noches, corriendo solo y atravesando una ciudad caótica, sucia, casi anárquica, pero donde parece percibirse la felicidad de quien la habita, de aquellos que sin tener nada, parece que nada necesitan para vivir felizmente.
Carreras peligrosas pero con matices salvajes, porque me hacían reencontrarme con lo más profundo de mi ser, porque me hacían percibir los olores y el hedor que me rodeaba, colocándome en mi sitio dentro de este mundo. Descubriendo lo real del mundo que me rodea.
No fueron carreras de entrenamiento, sino más bien de terapia.
Días de bocadillo de queso y barrita de proteínas.
De Gatorade de los americanos de Camp Lemonier.
De cenas desganadas que apenas ayudaron a recuperar lo gastado.
De llamadas breves a casa, con poco que contar con la voz cansada, deseando la ducha y poder dormir.
Ha sido como un Ironman pero de varios días, trabajando en silencio, ensimismado en mi interior o bien echando risas y escuchando música.
Hemos hecho piña, porque nos sentimos vulnerables.
Ahora, de vuelta en el Rayo, navegando en estas cálidas aguas del Índico, me siento agotado.
A ver si recupero el fuelle pronto.
Por cierto, me he cambiado el nombre, ahora me conocen por Jeremiah Johnson.....
JA,JA;JA;JA

2 comments:

Triatleta Caletero said...

Ánimos krak...la vida en si misma ya es un iroman y la tuya es un claro ejemplo de ello... Vamooooossss Héctor Vamooooossss go go go un abrazo muy fuerte amigo ala pues !

3T OK FIT said...

Eres un gran ejemplo de superación y de sabiduria. 1 abrazo Jeremiah ;)