Friday, August 04, 2023

CARTAS

 Las escribes concienzudamente tratando de explicar en cada una de ellas qué sucede en cada momento, que te traes entre manos, que te preocupa o ilusiona...

Colocas en ellas la fecha e incluso el lugar, porque muy probablemente ese detalle sea importante y no quieres que pase desapercibido. Probablemente le de sentido a lo que escribes o explicas.

Al escribir las cartas, te gusta comenzar con un tono cariñoso hacia la persona que le escribes, haciendo también una pequeña presentación, como si eso fuera realmente importante .

Y no lo es en absoluto.

Hay que escribirlas de puño y letra, porque en el gesto físico de escribir está la esencia de la misma. Es  durante ese proceso cuando la escritura y tus pensamientos confluyen en un mismo punto, en un mismo estado que te ayuda a plasmar y a soltar lo que en esos instantes ocupa tu mente.

Y no suelo hacerlo de cualquier forma y con cualquier cosa, no!. Es necesario emplear un papel adecuado, que no sea uno cotidiano o de uso común. Y tus sobres, lacre, cordón, cinta de colores, etc, que cierran y mantienen en secreto tus palabras.

Y es que una vez cierras el sobre, aquello que has escrito permanece allí guardado y , en cierta manera, un poco menos en el interior de tu cabeza. Aunque no siempre funciona,  no es infalible al 100%. Porque nada es infalible.

En esas líneas que escribes con tu pluma o tu bolígrado preferido, ese que te da el trazo cómodo, con suavidad y limpieza. El que parece una extensión de tu propia mano y que de forma autómota es capaz de dar imagen a tus pensamientos.

Te gusta sentir cómo el papel se hunde ligeramente ante la presión de la punta y como suena cada trazo, emitiendo un sonido que tranquiliza y serena..., que da cierta paz.

A veces son cartas muy cortas, donde todo se resume de forma práctica en unas ideas muy claras que quieres enviar. Otras se quedan a medias porque en el proceso de la escritura, la inspiración te abandona y te quedas vacío de ideas que no te permiten acabar. Sin embargo, hay otras largas, que requieren de mucho tiempo, ya que durante la escritura necesitas parar a pensar y decidir qué escribes y cómo lo haces.

En todas ellas hay un importante matiz que es común, la sinceridad.

Es plena.

No hay medias tintas, palabras ambiguas, no hablas entre líneas, porque dices la verdad. Tu verdad.

Esa que quieres contarle al destinatario de la carta. Y para ello empleas las palabras que quieres emplear, sin miedo a causar malestar, daño o incomodidad. La verdad tal y como es...

Este es un detalle importante de estas cartas, ya que no siempre podemos ser tan claros, transparentes o sinceros con esas personas a las que escribimos.

Llevo muchas cartas escritas ya. Quizá demasiadas. Algunas han sido abiertas y releídas, ofreciéndome la posibilidad de valorar si algunas decisiones o acciones de mi vida fueron correctas, satisfacieron mis expectativas, causaron agravio, o cualquier otra información importante que necesitara en un momento dado.

Otras han sucumbido al fuego purificador, en un gesto casi ceremonial donde la destrucción de la carta forma parte de un proceso de pasar página. 

También están las que nunca más se vuelven a abrir y acaban en el olvido de una caja.

Todas sin excepción cumplen una función. Todas son válidas y todas y cada una de ellas genera un efecto cuando es escrita.

Y siempre nos queda la duda de si esa carta que ahora escribimos, la entregarems a la persona a quien va dirigida. Escribimos con el convencimiento de que no sucederá, pero, no obstante, dudamos siempre de esto último. 

A pesar de ello, la escribimos.

Ninguna se entrega o se envía.

Así de simple.




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