Sunday, October 24, 2021

RELOJ DE ARENA

                   

La tecnología que se emplea en estos dispositivos que miden el tiempo es muy sencilla, muy básica; si lo comparamos a cualquier desarrollo tecnológico de pleno Siglo XXI. No obstante, imagino que en su tiempo, y aquel quien fuera el que fabricó el primero en la historia, tuvo que esforzarse en poder almacenar los finos granos de arena en el interior del cristal que ,hábilmente modelado, permitía el paso controlado de de esta, marcando así el correr de los segundos.
Casi podría decirse que cada minúsculo grano de arena es en sí mismo una pequeña fracción de tiempo.
El reloj, una vez girado, ya no se detiene, indicando de una forma muy gráfica y evidente, que el tiempo es algo que no se puede almacenar, conservar, retener o parar.
En lo bueno y en lo malo, sigue corriendo...
Hace ya más de un mes que uno de mis relojes de arena, de los muchos que solemos tener, puesto que cada cual mide el tiempo de cosas diferentes, se giró y empezó el proceso de precipitación de la arena...
Ves como los granos caen en el alojamiento de abajo y este se va llenando sin prisa pero sin pausa, formando pequeñas dunas y montañitas.
Se supone que en el día a día no solemos fijarnos en este tipo de detalles, puesto que estamos concentrados o focalizados en otros objetivos o simplemente viviendo la vida.
En este caso del que hablo ahora, me ha tocado ver casi como cada grano volaba desde el recipiente superior hasta el inferior. Como impactaba y corría hasta quedarse emplazado en el caos de arena.
El hecho de poder ver esto y no verme envuelto en alguna vorágine frenética de las que suelen ser habituales en mi vida cotidiana, ha acentuado más si cabe, el hecho de que parezca que no tengo nada que hacer, que no hay un objetivo importante, desafío personal, profesional o deportivo hacia el cual dirigir el rumbo del barco de mi vida (esto último me ha quedado bastante cursi, lo sé...).
Y es que hay ocasiones en la vida, en las que lo que toca hacer es precisamente NADA, toca no hacer nada y simplemente seguir viviendo la vida.
Los años de práctica deportiva aún mantienen (aunque sea de forma latente) los reservorios para las endorfinas, que de forma constante se han ido generando cada vez que la actividad física producía a espuertas, cantidades ingentes de esta hormona..
Es evidente que ahora no sucede tal cosa, pero el hábito de recibir la ración diaria de droga, no es algo que pueda ignorarse sin más.
Toca conformarse con la pequeña ración que nos confiere el mantenimiento de la condición física que es prácticamente lo que hago, así, como si de una especie de metadona refinada se tratara; y de esta forma poder ir salvando los muebles como buenamente se pueda.
Todo el asunto del COVID, la tercera ola, la llegada de la vacuna, las continuas jugarretas a las que nos tienen tan habituados nuestros gobernantes, forman un cóctel lo suficientemente explosivo como para minar la motivación e ilusión de cualquiera, pero bien es cierto que estas dos últimas cosas son de las pocas que aún podemos decir que son nuestras, nos pertenecen y nada ni nadie debería poder alterarlas. 
Es por ello que debemos preservarlas a toda costa, puesto que forman parte de nuestra esencia, nuestra personalidad y, por ende, nuestra libertad.
Al margen de todo esto y ver como en casa todo el mundo hinca los codos y dedica el tiempo a formarse y a prepararse para proyectos futuros mientras yo me dedico a pasar tiempo con Runa y a ocuparme de la "logística" sin que gran parte del tiempo esté entrenando, ha resultado cuando menos complejo o extraño.

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