Tuesday, February 02, 2021

EL REGRESO

 Regresamos a este lugar en busca de nada y sin esperar a que alguien lea lo que aquí escribo, ya que no pienso divulgarlo tal y como solía hacerlo antes por medio de Facebook o de Instagram.

De esta última red social me estoy planteando cerrar el chiringuito y desconectarme casi por completo de todo lo común. Cada día me interesa menos lo que hace la gente. Gente que ni conozco, ni conoceré y con los que no compartiré nada en la vida. Que tengamos una misma afición o gusto similar no compensa el tiempo perdido o lo que sea que se hace (o hago yo en estas plataformas).

Reconozco que lo único que me mantiene online es la parte divulgativa que pudiera haber en algunos contenidos, porque ya no me interesa ver a una chica guapa y con buen tipo haciendo algún ejercicio imposible o similar. Vivir apartado de todo eso parece que me sienta bien, por lo que imagino que será cuestión de tiempo apartarme de ello. Cuando cerré la cuenta en Facebook tenía el temor de perder el contacto con personas, con amigos, conocidos, etc; pero me di cuenta de que aquel que bien te quiere te busca donde sea y cuando sea. Y así ha sido.

La parte de entretenimiento que reportan las redes sociales, ya no consigue que invierta tiempo en ellas y prefiera ver una película, leer lo que sea, escuchar música o las conversaciones de los astronautas del Apollo con el centro de control de Houston.

Cambiando un poco de tercio y mirando hacia el Oeste, en este aún país conocido como España, miramos con asombro y comentamos con total desconcierto los hechos relativos al asalto del Capitolio en EEUU. Vimos como también al tío Sam le llegaba su revolución, aunque en este caso los revolucionarios no eran nuestros preferidos, tratándose en este caso de todos esos que reclaman la cuarta enmienda de la Constitución de aquel país, amigos de Charlton Heston que rifle en alto, pregona y grita aquello de :"America first!"

La derrota de Donald Trump, auténtico personaje miserable y deleznable donde los haya y la victoria de Joe Biden, fue vivida aquí como si hubiera ganado John Lennon, o como cuando lo hizo Barrak Obama, el primer presidente estadounidense negro. Algunos pensaron que solo por el hecho de ser negro se acabarían las injusticias hacia la población negra de los EEUU. Y que asistiríamos a un nuevo orden mundial mucho más justo.

Pero es que nos encanta subirnos al tren de lo políticamente correcto, al carro del progresismo, al vehículo ecológico, navegar en la patera de lo común, de lo global y comunitario, de lo que, al fin y al cabo está bien y es justo. O eso creen algunos. 

La palabra justicia no es "justa" en sí misma, ya que lo que para unos lo es, para otros no lo es tanto o ni tan siquiera se le acerca. Pero se sigue en esa matraquilla de seguir manifestando lo positivo, de "tirar para delante" y de repetir el mantra de que no hay que rendirse. Y todo ello, por supuesto,  con copa de balón en mano y mascarilla a medio gas, en la calle eso sí!, pero agrupando a la gente casi como si de un concierto de música de verano se tratara. También lo hacemos corriendo con los colegas en grupo, o en la grupera de la bici, sabiendo o sin saber que el camino que estaos llevando no es el correcto. O al menos no es el más corto.

Y de vez en cuando aparece alguien motivado y nos cuenta que hay que ser positivo, que todo se arreglará, que el papá estado no dejará a nadie atrás.

Y yo, que realmente no se ya qué pensar y que a veces me encantaría poder estar sentado en una roca en la Luna, con unos pistachos y una birra fría, a cada día que pasa, más me doy cuenta de que no termino de encajar en la escena de mi papel, por lo que debería buscarme otro trabajo u otra película en la que actuar.

Sinceramente creo que en esas colas de la desesperación donde la gente de a pie espera para recibir sus dos bolsas de comida, gentileza de aquellos que optan por el bien común, serían muchísimo más efectivas si solo dieran una bolsa y tres o cuatros libros.

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