Thursday, January 21, 2016

I WAS HERE...

Hasta dónde estamos dispuestos a entregarnos?
Hasta dónde estamos dispuestos a renunciar a nuestro ego?
Hasta dónde somos capaces de no mirar atrás?
Hasta cuándo capaces de soportar la carga que nos imponemos?
Cuán grande es el miedo que sentimos ante lo desconocido?
Ante aquello que no controlamos?
Creo sinceramente que nuestra vida, nuestra forma de pasar los días en este nuestro mundo, debe ser constantemente revaluada para así priorizar lo que realmente es importante.
No debemos tener recelo alguno a la hora de realizar empresas que a priori benefician a otros, porque el karma, a pesar de que se considere un concepto inmaterial o espiritual, siempre hace que lo bueno atraiga a lo bueno.
Y cuando hablo de bueno me refiero a todo el concepto de esta palabra, no solo a lo material, porque no hablo de obtener “cosas buenas” por desarrollar un karma bueno.
Un mundo convulso, que día a día nos muestra su cara más devastada por las acciones de las personas que lo habitan, nos pide a grito que reaccionemos y empaticemos con él y con quienes lo habitan.
Evidentemente nos centramos en nuestro entorno, en aquello que consideraríamos nuestro hábitat, pero como si de un viaje en el tiempo se tratara, todo lo que hacemos u omitimos hacer, tiene consecuencias en el conjunto. Consecuencias indirectas que realmente son mucho más directas de lo que nos imaginamos.
Nos hemos criado viendo la guerra mientras cenamos en familia, mientras nuestro GPS no consigue sincronizarse con nuestro teléfono móvil, mientras se seca el pegamento de nuestros tubulares.
Allí cuando la niebla frustra nuestra salida larga de bici, otros seres sufren en su cuerpo esas inclemencias del clima, esa lluvia, esa nieve, ese frío, ese desamparo…
A veces pensamos que el camino se vuelve demasiado angosto para nosotros cuando los planes se trastocan o cancelan, sin pararnos a pensar que en ese justo momento, otros muchos, demasiados, no tienen la libertad ni la posibilidad de elegir para cambiar sus opciones, precisamente porque carecen de ellas.
Bien sea flotando en el negro mar, tras una alambrada, tendido en el barro, bajo el punto de mira de un kalashnikov, ellos, tan solo se centran en mantenerse vivos un día más, en aguantar hasta mañana, para volver a intentar sobrevivir otro día, donde su mayor y único temor es perder la vida y dejar indefensos a sus hijos, mujeres, esposos, hermanos, padres, amigos…
No hay más opción que conservar la vida, porque la dignidad ya se perdió, la humanidad hace mucho que ha dejado de existir y solo queda eso, respirar otro día más…
Y mientras todo eso sucede, nos limitamos a mantener lo nuestro, a conservar lo que tanto amamos, lo que ha costado mucho esfuerzo, aquello a lo que nos negamos a renunciar.
Yo he estado allí.
Yo lo he visto.
Lo he tocado.
Lo he escuchado.
Lo he oído.
Y no solo ahora, sino antes también.
Muchas veces.
Demasiadas.
Y sigue pasando. Y yo continúo preguntándome si hago lo suficiente, si hacemos lo suficiente, si debemos hacer más, o centrarnos en nuestra propia vida.
A pesar de todo lo complicado que pudiera parecer, creo que el mensaje sobre el que pretendo reflexionar es que debemos actuar.
No podemos seguir de brazos cruzados, limitándonos a escribir post en Facebook o Twiter y condenar aquello que nos amarga alguna cena o comida frente a la tele.

No importa cuan grande o pequeño sea, ni dónde se haga, pero el caso es contribuir con gestos pequeños, ya que todos juntos sumarán algo grande.
La cuestión ahora es saber qué vas a hacer tú.
Yo lo tengo claro, seguir aportando lo que pueda, lo que tenga, pero siempre con la mentalidad de entregarlo todo, porque cuando decides hacerlo, cuando das el paso, no debe haber mesura y sí trabajar como si el propio mundo dependiera de uno mismo.

No comments: